Skip to Content

Una Carta Para El Hombre Que Me Destrozo

Una Carta Para El Hombre Que Me Destrozo

No sé si me recuerdas. Soy la chica cuyo universo giraba a tu alrededor, a pesar de que para ti era solo un número que engordaba tu lista de conquistas. Mientras intentaba recordar quién era antes de que aparecieras tú, he conjurado un mundo entero hecho de preguntas.

¿Era solo un trofeo? ¿Era demasiado buena para tu ego? ¿Realmente disfrutabas sabiendo que había una tonta que te esperaba totalmente disponible a cualquier hora? Las preguntas siguieron entrando y saliendo de mi mente, pero solo una persistió: “¿Por qué?”

Solía resguardarme dentro de mi fortaleza, donde nadie entraba ni salía. Pero cuando llegaste, lograste brillar a través de sus grietas. Me convenciste de que nada de lo que podría esconderse detrás de esos muros podría asustarte y que podrías ser mi salvador. Te creí y dejé caer todos mis muros.

En realidad, la culpa fue mía. La gente me llamaba loca, me decía que nunca me amaras y se preguntaban por que no veo tus verdaderas intenciones. Quizás me negaba verlas…

Simplemente tenía demasiado miedo de que, si te daba la espalda, me quedaría sola para siempre porque nadie más me aceptaría tal como soy y me sentiría culpable por quedarme sentada y esperar a que me salvaras en ves de salvarme yo sola.

Te deje entrar en los rincones más oscuros de mi mente, te mostré mis sufrimientos más profundos y deje salir todo el dolor. Tu presencia en mi vida se estaba convirtiendo en una adicción. Me embriagaba el sonido de tu voz, el olor de tu piel, tus pensamientos y tus manos abrazándome. Leí en alguna parte que el amor verdadero es como el aire, el agua o la sangre que corre por las venas, ayuda a sobrevivir.  Y yo podía sentir como tu presencia me hacía amarte, pero no quería que te convirtieras en algo tan especial e importante. Te dije que sería mejor guardar las distancias, pero no quisiste alejarte.

Siendo tan apasionado por estar cerca de mí, me influenciaste, te creí y te convertiste en mi prioridad absoluta. Incluso cuando no estabas, me llamabas a primera hora de la mañana y compartíamos cada pequeño detalle de nuestras vidas.

Entraste tan silencioso y de puntillas en mi vida que ni siquiera me di cuenta que te convertiste en mi mundo. ¿Por qué dejaste que me tirara de cabeza y sin salvavidas a la piscina del amor si supiste que no vas a estar ahí para nadar juntos? Me empeñe tanto en no frecuentar esa piscina, pero el universo tenía otros planes para mí. Siempre estuviste ahí para decir todas las cosas que necesitaba, no dejaste ningún hueco para la duda.

Fuiste tan persistente, que un día me desperté y sentí que todo mi mundo estaba gravitando hacia ti, diciéndome que tú eres esa persona especial con la que quiero estar.

En el momento en el que paso, la bomba del tiempo de nuestra relación estallo y empezó su cuenta atrás.

Cambiaste. Ya no había mensajes, ni conversaciones largas. Todo lo que decías que te gustaba de mi empezó a molestarte. Dejaste de tener tiempo para pasar conmigo y eso me dejo perpleja. Me dejo con sentimientos de culpabilidad y haciéndome preguntas continuamente. ¿No fui lo suficientemente buena para ti?  ¿Hice algo malo? … Todo esto hizo cambiar algo dentro de mí.

Mientras esperaba tu llamada piadosamente, tu tenías mejores cosas que hacer que escucharme llorar mientras me rompía en mil pedazos por ti. Empezaste a ver mi constante disponibilidad como algo patético. Y lo era. Mientras seguías divirtiéndote con otros, y ponías a otras mujeres por encima de mí, sentía como resbalabas entre mis dedos como la arena. Con cada grano caído de ti, sentía perder un pedacito de mí. Pero todavía ahuyentaba a todas las personas que se atrevían a hablar mal de ti. Tenia que defenderte. Si no lo hiciera, significaría darles la razón y admitir que estaba equivocada. Admitiría lo idiota y ciega que fui durante todo este tiempo. Así que también perdí a personas que de verdad se preocuparon por mí. Y después… todo termino.

Y ahora estoy aquí, luchando contra el cansancio que causaste a mi mente, a mi corazón y a mi cuerpo. Todo el tiempo que pasé buscando excusas para seguir amándote me dejo sin fuerzas. Solía ser obstinada y orgullosa para no llegar a faltarme el respeto a mí misma por nadie. Pero la única forma en la que una mujer podría amarte, seria pisoteándose a si misma. Y yo estuve haciéndolo durante mucho tiempo.

Cuando te fuiste, me dejaste claro que pensabas que todo había sido un error. Espero que vivas para sentir lo que se siente cuando una persona a la que consideras lo mejor que te haya pasado, te dice que eres lo peor que le ha pasado. Espero que encuentres a alguien como tú y te enamores perdidamente. Solo cuando lo sentirás en tu propia piel, serás capaz de entender la profundidad del dolor de estas palabras con las que intento explicarte el gran daño que me has hecho.

Llore hasta dormirme durante mucho tiempo. Gritaba e incluso pataleaba por la desesperación y la ira que se acumulaban en mi interior. Todo lo que quería era que volvieras y lo arreglaras todo. Arreglar el daño que enterraste dentro de mí. Revertir la traición, los engaños, las mentiras y las falsas promesas. Sentía como cada noche, en mi cama se cometía un crimen. Y yo era a la que asesinaban. Así de grande era mi dolor.

Lo peor de todo era que todavía te amaba. Después de todo lo que hiciste, mi corazón idiota te habría dado otra oportunidad si habrías vuelto e intentado arreglarlo todo. No pude convencerla de que el hombre que amaba no existía.

No sabía cómo explicarme a mí misma que tu solo aparentabas ser el hombre al que yo amaba. Que el personaje del que me enamoré era solo eso, un personaje que inventaste y trajiste a la vida. Todavía te amaba, pero dentro de mi te había tachado para poder quemar cada recuerdo que tenía de ti y cada conexión que compartíamos.

Yo sigo adelante, pero te prometo algo. Ninguna de las que vendrán después de mi te amara con un corazón tan puro como el mío. Puede que sus besos te resulten familiares, pero cuando necesitaras una mano tendida, a alguien dispuesto a escucharte y entenderte sin juzgarte, me echaras de menos. Todos esos años que te regale, volverán y te perseguirán en forma de nuestras canciones favoritas.

Continuarás encontrando películas que vimos juntos, lugares que visitamos y mi risa aún permanecerá allí. Solo que ya no importará. Te he borrado hace mucho tiempo. He vuelto a levantar mis murros para evitar que vuelvas a encontrarme. Bloqueé tu número y todas tus redes sociales. Me aseguré de que no haya nadie que te cuente nada sobre mí, si alguna vez pensaste en preguntar. Ya no hay grieta por donde brillar.

Me di cuenta de lo que valgo y decidí nunca volver a perderme a mí misma por ningún hombre. Pero no me conformaré. Merezco que alguien me amé tan locamente como te amé yo a ti. Me doy cuenta ahora, que cuando te fuiste, no fui yo quien perdió, fuiste tú.

Quiero darte las gracias porque al final sí que me salvaste, pero de ti.