Skip to Content

Nunca salimos, pero aún así me rompiste el corazón

Nunca salimos, pero aún así me rompiste el corazón

Nunca salimos juntos. Pero casi lo logramos. Nunca podría referirme a ti como mi novio y nuestra relación nunca fue etiquetada.

De hecho, no existe ningún rastro real de que seas parte de mi vida, además de las cicatrices en mi corazón. No tengo ninguna prueba de que alguna vez fuiste mía. Pero sé muy bien que no es más que la verdad.

Mientras estuve contigo, nunca supe si estaba oficialmente soltera o no. No tengo fotos tuyas que deba borrar de mis cuentas de medios sociales. Mi familia no me pregunta a dónde fuiste y no puedo decirle a nadie que soy un desastre porque rompí con mi novio.

Así que, tal vez no tengo derecho a sufrir. Tal vez no tengo derecho a llorar por perder a alguien que nunca tuve. Tal vez no tengo el derecho de sentir que todo mi mundo se derrumbó y como si mi corazón estuviera aplastado en un millón de pequeños pedazos.

Pero aquí estoy, sintiéndome exactamente así. Aquí estoy, extrañándote como el demonio y sintiendo que voy a morir sin ti.

Aquí estoy, preguntándome por qué nunca fui suficiente para ser tu novia. Aquí estoy, pidiendo un cierre y preguntándome por qué nunca lo logramos.

Nunca fuimos oficialmente una pareja. Pero ambos sabemos que en realidad éramos mucho más que eso.

Nunca salimos juntos. Pero nos besamos. Nos abrazamos, nos abrazamos y dormimos en los brazos del otro. Nos despertamos uno al lado del otro y pasé muchas noches escuchando el sonido de tu respiración.

Nunca fuimos pareja y no éramos amigos. Pero venías a mí cada vez que necesitabas un hombro sobre el que llorar. Contaste conmigo y me pediste consejo.

Nunca fui tu novia. Pero actuabas celoso cada vez que un tipo intentaba coquetear conmigo y cada vez que pensabas que alguien más estaba recibiendo toda mi atención.

Nunca estuvimos en una relación etiquetada. Pero me sentí como si me hubieran engañado, aunque nunca lo admití, ni siquiera a mí misma.

Nunca me dijiste que me amabas pero actuabas así la mayor parte del tiempo. Hiciste todo lo posible para que me sintiera querida y amada, cuando te convenía.

Ahora, después de todo lo que pasó, sé que nunca me amaste. Porque no le haces esto a la persona que amas.

En vez de eso, te encantaba tener a alguien alrededor y te encantaba tener siempre un plan de respaldo. Te encantaba tener a alguien que te cuidara y te gustaba la forma en que yo te amaba más que nada, aunque nunca lo dije en voz alta.

Así que, no, nunca salimos, pero me rompiste el corazón. Y lo hiciste engañándome, sin pensar en elegirme de verdad. Al darme falsas esperanzas de que un día las cosas cambiarían.

Durante años, jugaste con mi mente y mi corazón. Cada vez que veías que estaba a punto de alejarme de ti, me dabas migajas de tu amor y atención sólo para poder mantenerme cerca. Me enviaste señales contradictorias, siempre dejándome pensando qué estaba pasando entre nosotros.

Y la peor parte no es que nunca me hayas amado como yo te amé a ti. La peor parte es que me arrastraste hacia abajo a propósito.

Lo peor es que todo este tiempo, sabías cómo me sentía y en lugar de alejarte de mí en el momento en que viste que nunca podrías amarme, me seguiste engañando. Me arrastraste a este círculo interminable de tu amor no correspondido.

Y luego, cuando te cansaste de mí, me dejaste sin decir una palabra. Te fuiste sin darme un final y sin darme una explicación que merecía.

Verás, tengo todo el derecho a saber qué pasó porque fuiste tú quien me dejó caer por ti como un idiota. Tú fuiste el que me engañó y el que me dejó colgado, así que tú eres el que lleva toda la responsabilidad de mi dolor y de mi corazón roto.

Y eso no tiene nada que ver con el hecho de que yo no era más que tu casi.