Supongo que debería agradecerte por tratarme de la forma en que lo hiciste. Porque ahora sé cómo merezco ser tratado. Merezco un hombre que me escuche. Un hombre que no hace bromas sobre mis defectos sólo porque le hace reír.
Merezco un hombre que me respete. Me merezco a alguien que esté allí. Merezco a alguien que bese mis lágrimas, no que me haga llorar.
Gracias por engañarme, varias veces. Ahora sé que no ser suficiente para ti nunca fue mi culpa. Y gracias por dejarme por uno de ellos, no estoy seguro de cuál. Me salvó la vida.
También debería agradecerte por no amarme. Ahora me quiero a mí mismo como tú nunca pudiste. Me encanta el sonido de mi risa, la que odiabas. Dijiste que sonaba como un motor de arranque. Me encantan mis cicatrices, porque cuentan la historia de que sobreviví. Dijiste que eran feos, que debería cubrirlos. Me encantan mis pecas, mis dedos raros y las estrías. Amo mi cuerpo imperfecto perfectamente.
Gracias por marcharte cuando te necesitaba. Me enseñó a cuidarme a mí misma.
Y por último, gracias por ser lo peor que me ha pasado. Gracias por enseñarme cómo es una relación tóxica. Gracias por hacerme pedazos, sólo para poder levantarme y amar cada parte rota de mí.
Me avergoncé durante tanto tiempo, ignorando todo lo que me hiciste. Escondiéndome de mi familia, de mis amigos, tratando de ocultar el hecho de que permanecí en esa relación durante tanto tiempo. Pero ya no más. No me avergüenzo de haberme quedado. No me avergüenza haber confiado en ti y haberte amado con todo mi corazón. Me avergüenza que me haya llevado tanto tiempo entender esto.