“Si fuera tan especial, ¿por qué se sentiría tan fácil dejar esto?”
“El amor no es sólo un sentimiento. Es una elección”, respondió mi hermana.
Es una elección. Tres palabras que alteraron todo lo que creía saber en cuestión de segundos.
Desde una edad temprana, se nos enseña que el amor son las mariposas que sentimos en nuestros estómagos, el calor en nuestras mejillas rojas, y el desorden incoherente de palabras que tratamos de sacar de nuestro cerebro y desenredar para poder entender nuestra infatuación.
Pero, lo que nunca se nos dijo es que el amor no es sólo un sentimiento sino que es igualmente una elección. La danza de las mariposas y los tonos rubor en nuestras mejillas se desvanecerán después de que las etapas iniciales de la lujuria hayan pasado, pero para poder superar la lujuria y comenzar a pisar el territorio desalentador del amor, para poder cambiar las letras “ust” por “ove”, debes elegir el amor.
Amar a alguien puede ser en la forma en que le das un beso de despedida, en la forma en que les dices que no olviden su almuerzo, en la forma en que les envías fotos de perros que conociste en tu viaje, o incluso en la forma en que cambias el rollo de papel higiénico en su casa cuando se ha acabado.
El amor puede ser mostrado de muchas maneras, pero la manera más profunda de amar es estar allí. El amor se trata de aparecer cuando más se necesita, y a veces ese tiempo es incómodo para ustedes. Si no puedes asistir a eso, eso no es amor. Eso es preocuparse por conveniencia.
Tienes una opción.
Cuando la fase de la luna de miel ya pasó,
cuando los vaqueros y los vestidos se convierten en pantalones de chándal y polainas,
cuando las palabras “Te amo” se parecen mucho a “Te extraño”,
puedes elegir aparecer.
Puedes elegir amar.
Escoge el amor.