Era una mujer que creía en el amor. Creía en un “felices para siempre”. Creía que su historia de amor duraría para siempre. Lo amaba con todo su corazón. Ni en sus sueños más salvajes pensó que él haría algo para romperle el corazón.
Sin embargo, su príncipe azul resultó ser el diablo disfrazado y su cuento de hadas pronto se convirtió en su pesadilla. Todo en lo que creía se vino abajo. Su brillo se apagó. Todo se volvió negro. Su felicidad le fue arrebatada y lo único que le quedó fue una profunda tristeza y dolor.
¿Te preguntas qué pasó? ¿Cuál fue su error? Bueno, su único error fue que se enamoró de un psicópata emocional y ella no lo sabía. Bueno, sí que sentía que algo iba mal, pero prefirió ignorar su intuición porque ya estaba perdidamente enamorada de él.
Pensaba que con él lo tenía todo. No sabía que él la maltrataría emocionalmente y la manipularía sólo para conseguir lo que quería.
Todo empezó a desmoronarse cuando él ya no pudo fingir ser alguien que no era. Y en realidad no tenía que hacerlo. Ella era suya, él lo sabía. Sabía muy bien que ella haría cualquier cosa por él. Que nunca podría dejarlo.
Y en algún lugar de su interior, sabía lo que estaba pasando, pero no tuvo el valor de enfrentarse a la verdad y alejarse de él. Así que le dio segundas oportunidades. Y terceras. Todo con la esperanza de que la próxima vez fuera diferente. Que él haya cambiado y se haya dado cuenta de que no puede vivir sin ella. Todo fue en vano.
La culpaba de todo. Todas sus faltas y errores de alguna manera se han convertido en errores de ella. Nunca se arrepintió de nada. Nunca sintió culpa o remordimiento porque estaba emocionalmente lisiado, incapaz de experimentar sentimientos genuinos.
Era extremadamente celoso. Estaba celoso de todos los que la rodeaban. Estaba celoso de sus amigos e incluso de su familia. Estaba celoso de su corazón cariñoso y amable y sólo lo quería para él.
Sólo se amaba a sí mismo. No, no la amaba. Era incapaz de experimentar una emoción tan profunda. Su egoísmo y su naturaleza egoísta no tenían límites. Sólo se preocupaba por sí mismo y no podía importarle menos el dolor y las lágrimas de ella.
La iluminaba con luz de gas. Era su forma de manipularla. Torcía su percepción de la realidad. Jugaba con su mente y sus emociones. Le lavó el cerebro hasta que perdió completamente el contacto con la realidad. Empezó a pensar que ella era la loca y que él era su amable salvador que se quedó con ella después de todo.
Después de él, tenía el corazón roto y estaba sola. No podía confiar en nadie. Tenía miedo de abrir su corazón y volver a amar porque había sido una víctima durante demasiado tiempo.
Sin embargo, su vida acaba de empezar. Empezó cuando tomó la sabia decisión de dejarlo. Le dolía el corazón, pero se rehizo y decidió luchar por su propia vida y felicidad. Y cada día es más fuerte.