Vivir con ansiedad es como estar seguida por una voz. Conoce todas tus inseguridades y las usa en tu contra. Llega al punto en que es la voz más fuerte de la habitación, no importa cuánto trates de deshacerte de ella, simplemente está ahí.
El no tener control sobre tu propia mente, tus pensamientos y tus preocupaciones es algo que asusta. Es una de las peores sensaciones del mundo, especialmente cuando todo podría estar perfectamente bien, pero tu mente te engaña para que creas que todo está muy mal.
Te hace cuestionarte: “¿hay algo malo en mí?” y disculparte por estar loca, irracional y por ser un desastre, día tras día. Es agotador, frustrante y es algo que no puedes realmente controlar. No importa cuántas veces te digas a ti misma que tienes que tranquilizarte, que todo está bien – aún así no puede dejar de preocuparte por el “qué pasaría si”.
Tu mente se convencerá a sí misma de que las cosas son peores de lo que realmente son.
No sólo no entiendes por qué estás así, sino que la gente que más se preocupa por ti tampoco lo entiende. Y por mucho que intentes explicar lo que está mal, no salen palabras. Sólo lágrimas – de tristeza, ira y frustración.
Tengo una de esas mentes. Sé lo que es no ser capaz de explicar lo que está mal, especialmente si nada está realmente mal.
Siempre he sido dura conmigo mismo. Siempre me he estresado o he pensado lo peor de cada situación. Pero nunca así. Quizás sea porque me gradué de la universidad y que todo empezó a suceder tan rápido. Tal vez un poco demasiado rápido para que lo pueda manejar. He sido infeliz, no sé por qué, pero mi mente no me dejaba ser feliz. No importaba lo mucho que tratara de convencerme de que “todo estaba bien”. Sea lo que sea, está mejorando lentamente – cada día, estoy aprendiendo (o al menos tratando) a no dejar que la ansiedad gane.
La gente subestima lo que realmente es la ansiedad. Quieres llamar locas a las que lo piensan demasiado o se inventan escenarios, pero no lo entiendes: las que padecen ansiedad no pueden controlarlo.
No nos convierte en locas y definitivamente tampoco necesitamos que nos digas que estamos locas.
Amar a alguien con ansiedad puede ser difícil, pero lo peor que puedes hacer es darle a esa persona más razones para preocuparse. Si realmente crees en ella, trata de entenderla. Tienes que ser consciente de que eres tú contra la ansiedad contra ella. Lo mejor que puedes hacer es simplemente escuchar – o estar ahí si esa persona no puede explicar por qué se siente así.
Entiende que a veces tú puedes ser la razón de un ataque de ansiedad, aunque ni tú, ni tus acciones nos hayan dado ningún motivo para provocarlo. No lo tomes como algo personal. Ten cuidado con tus palabras – no digas que estamos exagerando, que tenemos que calmarnos o dejar de preocuparnos. ¿No crees que si pudiéramos dejar de preocuparnos, ya lo habríamos hecho?
La gente trata de entender lo que pasa en mi mente, por qué me preocupo por cosas que no han sucedido o por qué dejo que mis pensamientos me hagan tan infeliz. Mi respuesta es: “No lo sé”. Y no importa con cuánta gente hable, mi respuesta es siempre “No sé”. Desearía tener otra respuesta, y algún día probablemente la tenga.
Una cosa que he aprendido es: no te pierdas en tu miedo.
Me lo repito a mí misma todos los días. Con un millón de pensamientos y preocupaciones dando vueltas en mi cabeza, intento no dejarme controlar por el miedo. No te pierdas preocupándote por algo que pueda suceder o no. Eso empezará a comerte y arruinará tu vida. Es difícil, créeme, y puede que no seas muy buena en no dejar que esos pensamientos te controlen, pero puedes intentarlo y eso es todo lo que puedes hacer.