Cuando amas a alguien que constantemente está pensando, estás amando a alguien a quien la mente le juega trucos. Estás amando a alguien que no puede ayudar de la manera y con la intensidad que lo piensa.
Alguien que piensa demasiado es alguien que siempre tendrá preguntas. Son personas que siempre van a procesar una cosa a la vez, y luego se sentirán abrumadas por los “¿y si?” y de las preguntas.
Cuando amas a alguien que piensa demasiado, debes tener mucha confianza en la relación y tienes que compartir en exceso.
Debes estar un paso por delante de ellos y no dejar que su cabeza les empiece a dar vueltas, con dudas y odio a sí mismos. No solo tienes que decirles que estás ahí para ellos, debes aparecer y hacerlo. En vez de marearlos aún más con palabras, debes pasar directamente a la acción.
Debes ser muy compasiva para poder entenderles cuándo tienen preguntas sobre tu pasado o sobre la última noche. Entender cuándo de la nada, están siendo inundados de miedo. Comprender cuándo piensan que todo es terrible, mientras tu piensas que todo es maravilloso.
No pueden autoayudarse por cómo su cerebro está programado para procesar la vida. No pueden evitar los pensamientos que los empujan y empujan hasta que necesiten explotar. No pueden evitarlo.
Debes mostrarles empatía y mostrarles que no vas a juzgarlos cuando te pregunten por enésima vez en un día si los amas. Y tampoco irás a ninguna parte cuando te cuenten por qué están preocupados o por qué tienen miedo. Debes mostrarles que los amarás, a pesar de lo mucho que se repitan, y a pesar de lo mucho que piensan y se preocupan.
Debes poder comunicarte. Pero no solo contestar con respuestas de una sola palabra o mensajes de texto de una frase. Debes ser capaz de decir siempre cómo te sientes, en lugar de esconderlo. Los pensadores excesivos tratarán de encontrarle sentido a todo lo que digas y hagas, por lo tanto, es mejor que siempre digas la verdad, incluso si te resulta difícil hacerlo.
Necesitas poder sacarlos de sus frenesí, para poder decirles tranquilamente ‘no, por supuesto que eso no va a suceder’, o ‘te prometo que no pensaron que eras raro’ o ‘por supuesto, mis padres te adoran’.
Los pensadores excesivos tienden a analizar en exceso todo, pero también a analizar a las personas con quienes están. Prepárate para tener una respuesta para todo. Y prepárate para tener a veces conversaciones difíciles (como en cualquier otra relación del mundo).
Sobre todo, debes ser amorosa. Amar a un pensador excesivo puede ser un desafío, pero ¿acaso no todas las relaciones son un desafío? Sé tú misma y hazles saber cuánto te importan. Un pensador excesivo a veces puede volverte loca, pero permanecerá fiel a ti por la eternidad.
Y te amará, no importa cuántos hábitos extraños tengas ni cuánto equipaje lleves. Te amará no solo por aguantarlos, sino por amarlos sin importar cuántas veces te vuelvan absolutamente loca.