Un día conocerás a alguien que tenga sentido para ti. Encontrarás a alguien que piense que eres gracioso aunque no hayas dicho nada. Alguien que te llama sólo porque sí.
Alguien que te recuerda a cuando eras niño, cuando solías tener patines en los pies y una sonrisa tonta de oreja a oreja con sólo mencionar la nieve o los videojuegos o los pastelitos de fresa del camión de los helados. Oirás ese ligero tintineo desafinado en tu cabeza cada vez que esa persona te mande un mensaje de texto y, al igual que cuando eras un niño, irás corriendo hacia ellos.
Algún día conocerás a alguien que no se sienta amenazado por ti. Alguien que no huye cuando los dejas entrar. Alguien que no es inseguro y tiene tanto miedo de perderte que cambia lo que realmente eres.
Vas a conocer a alguien que te ama y que preferiría quedarse en casa contigo y besar cada una de las estrías de tus muslos o mirar fijamente cada parte suave de tu cuerpo, deseando que amaras esas partes tanto como ellos lo hicieron.
Va a haber un día en el que habrá alguien a quien quieras llamar en el momento en que recibas buenas noticias, porque hasta que no se lo hayas dicho, ni siquiera ha sucedido. Tendrás a alguien en quien pensar mientras te duermes, y te despertarás pensando en él, esperando que esté a tu lado esa mañana y todas las mañanas después.
Algún día conocerás a alguien que te haga cambiar de opinión sobre las cosas en las que creías que estabas firme. Sentirás una unidad, una igualdad, una unidad, como si todo se tocara en perfecta sintonía con el zumbido de tu corazón ingrávido. Encontrarás a alguien que besará cada nueva línea en tu cara a medida que pasen los años juntos.
Algún día tendrás eso, y ni siquiera te importarán todos los golpes y moretones que tuviste que tomar para llegar allí. Algún día lo entenderás.