- Rechazas la invitación incluso y cuando tienes ganas de ir.
A veces, la ansiedad te paraliza y no te deja sacar ese esfuerzo que necesitas para salir de casa. No importan las ganas que tenías de ir antes del día del evento, pero cuando llega el día, la ansiedad está a tope y te niegas a ir. Tú no quieres ser una carga para nadie si acudes, por eso piensas que la mejor manera es no ir.
- Te agobias con las cosas las que otros harían sin pensárselo dos veces.
Te obsesionas con casi todo. Probablemente le des demasiadas vueltas a cosas que nunca se les cruzaría por la mente a aquellas personas que no sufren de ansiedad. A lo mejor te obsesionas con la conversación que tuvisteis la semana anterior o con la mirada que te dio tu jefe el otro día. Tal vez te obsesiones con el hecho que tu novio no te envió ningún mensaje en todo el día, y empieces a pensar que a lo mejor hiciste algo que le haya molestado. Sea lo que sea, las personas que no sufren de ansiedad no pueden entender por qué le das tantas vueltas a las cosas que no son importantes.
- Te despiertas temprano por la mañana incluso si estás cansado.
El sueño siempre fue un problema para ti. Te cuesta quedarte dormido porque tienes que digerir y contemplar muchas cosas sobre el día que acabas de tener. Tu mente nunca descansa, y cada mañana cuando despiertas, las preocupaciones ya están allí y piensas en ellas. A veces te despiertas super temprano porque necesitas ponerte en marcha para hacerlo todo de manera oportuna. Quedarte en la cama más de lo acostumbrado es definitivamente un desafío para ti, porque no puedes desconectar tu ansiedad una vez que ya estás despierto.
- Constantemente temes al peor escenario en cada situación.
En las primeras citas, estás convencido que te va a ir fatal. Antes de irte de viaje, te imaginas todo despedazándose. Antes de irte de vacaciones, te da miedo tener un accidente. Cuando te pones enfermo, siempre piensas en lo peor, en que algo muy malo te está pasando. La lista sigue y sigue, y a los demás todo eso puede que les parezca ridículo. ¿Pero a ti? Para ti, todo esto es real, y tus miedos son auténticos.
- Repites las conversaciones en tu mente una y otra vez.
Intentas evitar la confrontación a toda costa, porque te causa aún más ansiedad. Cuando tienes una conversación, aunque le hayas encantado a la otra persona, no dejas de pensar en ello ni después de que esté dicho y hecho. No puedes sacarlo de tu mente y siempre piensas que has dicho algo malo. Todo eso puede estar comiéndote por dentro, y siempre tienes que recordar que es solo tu ansiedad hablando, y que todo está bien.
- Te vuelves aún más preocupado cuando las personas expresan su preocupación por ti.
Cuando la gente te pregunta si estás bien en mitad de un ataque de ansiedad, o cuando las personas acuden a ti cuando estás con pensamientos negativos, todo eso hace que la ansiedad sea aún peor. Por supuesto que todos tienen buenas intenciones, pero cuando otros se preocupan por ti, te hace pensar “Si ellos se preocupan, entonces ¡yo debería preocuparme aún más por mí mismo!“
- Crees que es tu culpa si alguien no responde a tus mensajes de inmediato.
Que se trate de tu pareja, tu mejor amigo o tu hermana, te irrita cuando las personas no responden. Las personas que no sufren de ansiedad ni quisiera pensarían algo similar, pero para ti es de gran importancia. En general, cuando las personas no te responden o devuelven el mensaje, piensas que es por tu culpa. Piensas que has hecho algo mal, cuando lo más probable es que sólo sean malos para comunicarse.
- A veces sientes un desajuste cuando alguien menciona el futuro.
El futuro es un gran desencadenante para ti. Desprecias cuando la gente te pregunta cuáles son tus planes para los próximos cinco años, y eso te hace dar un paso atrás. La graduación de la secundaria y la universidad a muchos les hacen mucha ilusión, pero para ti es muy desalentador y te da mucho miedo. Odias cuando la gente habla de su futuro porque te hace sentir como si no fueras lo suficientemente bueno.
- Constantemente comparas tu éxito con él de las personas que son de la misma edad que tú.
En Facebook, ves que las personas de tu edad ya tienen los trabajos con cuales han soñado, y eso te hace sentir que vas a explotar. No quieres compararte con los demás, pero a veces la ansiedad se queda con lo mejor de ti y no puedes evitarlo. Te preocupa saber si algún día vas a estar a su altura y si tus objetivos se harán realidad.
- En tu mente repites cada error que cometiste, y le das mil vueltas.
Especialmente si haces algún error en el trabajo, eso consume tus pensamientos y te arruina todo el día, o incluso la semana. Constantemente intentas darlo todo de ti mismo, pero cuando accidentalmente envías algo que no deberías enviar, o cuando haces algo que no deberías hacer en la oficina, te desanimas. La ansiedad en realidad es tu peor enemigo.
- Hay días en los cuales estás demasiado agotado física y mentalmente para levantarte de la cama.
Hay días en los cuales tu ansiedad está a tope, y no puedes hacer nada más que quedarte en la cama y llorar. A veces te parece que el mundo es demasiado grande para que lo puedas manejar, y que necesitas tomar unos días de descanso para tu mente y tu cansado cuerpo.