Querida mejor amiga,
Sé que soy un desastre. Sé que a veces no tengo ni idea de lo que estoy haciendo con mi vida y que a menudo deambulo sin una causa.
Soy perfectamente consciente de que no tengo todo resuelto y a veces eso me asusta muchísimo. Pero de alguna manera no te asusta. Porque no importa lo indefensa que parezca, siempre tienes fe en mí.
Incluso cuando dudo de mí mismo, tú nunca lo haces.
Incluso cuando no veo una salida a mi desastre, siempre crees que encontraré una y gracias a tu apoyo, siempre consigo que las cosas funcionen bien.
Sé que puedo ser pesado a veces.
Sé que no siempre escucho y que no importa cuántas veces me adviertas sobre algo o alguien, sigo sin seguir tu consejo. Pero a pesar de ello, nunca me vienes con una actitud de’te lo dije’. En vez de eso, siempre me ofreces tu hombro para llorar y nunca te cansas de mi drama.
A pesar de todas las desventajas de mi personalidad, te quedas y me amas tal como soy.
Miras más allá de mis errores, no me ves a través de mis defectos y nunca me refriegas en la cara mis malas decisiones. De alguna manera siempre encuentras lo bueno en todo y sigues encontrando lo bueno en mí también. No sé qué hice para merecerlo, y sé que no te lo digo muy a menudo, pero estoy agradecida en esta vida por tener a alguien como tú que me cuide.
Nunca te rendiste conmigo.
A pesar de lo mucho que intenté alejarte, a pesar de lo profundo que había caído en un agujero, te quedaste incluso cuando todos los demás me dejaban. Te quedaste a mi lado y nunca pensaste en irte.
Nunca me permitiste quedarme abajo.
Me dejaste caer porque así es la vida, pero nunca me dejaste quedarme abajo. Gracias a ti, siempre he logrado ver que las personas más fuertes no son las que nunca se caen, sino las que consiguen levantarse después de caer.
Me ayudaste a realizar cada lección a partir de las cosas que me sucedieron. Y cada fracaso que tuve resultó ser algo bueno, pero sólo porque me enseñaste a ver las cosas desde otra perspectiva.
Siempre podías ver a través de mí.
No importa lo fuerte que reía o lo feliz que parecía ser, nunca permitiste que mi risa te engañara. De alguna manera siempre supiste cuando estaba fingiendo y nunca me dejaste salirme con la mía. Recuerdo tu actitud: “Déjate de tonterías, sé que no estás bien”.
Me hiciste darme cuenta de que estaba pasando por un momento difícil cuando me convencí de que lo estaba haciendo bien. Y cuando me desmoroné antes que tú, no dejaste que me quedara así. Me ayudaste a volver a juntar mis partes rotas.
Por tu culpa, nunca me sentí sola.
No importa en qué situación me encontrara, siempre supe que podía contar contigo. Siempre estuviste ahí para mí, nunca me dejaste sola en mis días más oscuros, nunca te fuiste cuando te necesité y nunca te diste por vencida conmigo aunque a veces me lo mereciera.
Con esta carta, me gustaría darle las gracias.
Quiero que sepas que aprecio todo lo que hiciste y sigues haciendo y que lo harás por mí en el futuro. Sé que estarás ahí para mí en el futuro también porque me has demostrado en innumerables situaciones que no te vas y que no tienes intenciones de renunciar a mí.
Me probaste que nunca te veré dándome la espalda, no importa lo duro que se pongan las cosas.
Ojalá hubiera más gente como tú en esta tierra.
Desearía que cada humano tuviera la oportunidad de tener a alguien tan amable y asombroso como tú en sus vidas. Porque eres una verdadera bendición y no tengo idea de lo que hice para merecerte, pero sé que te tengo.
Querida bestie, gracias por sostener mi mano durante mis días más oscuros, gracias por hacer mis días felices aún más felices y gracias por ser mi roca.
Con amor,
La chica que estaría perdida sin ti