Te envié un mensaje dos veces seguidas porque tenía muchas ganas de hablar contigo.
Cambié los planes contigo después de que los cancelaras porque tenía tantas ganas de pasar tiempo contigo.
Te di segundas (y terceras y cuartas) oportunidades porque tenía tantas ganas de salir contigo.
Me has dado señales contradictorias durante mucho tiempo. Podría haberlos tomado como una señal de que no estabas interesado en una relación. Podría haber perdido la esperanza de que alguna vez nos reuniéramos. Pero en vez de asumir que nunca te convertirías en mi persona, asumí que necesitabas un pequeño empujón. Un poco de aliento extra para verme como algo más que un amigo.
Te perseguí porque pensé que podría hacer que dejaras de decir que no estabas lista para una relación. Pensé que podría convencerte de que me dieras una oportunidad de pelear.
Se me ocurrieron excusas para ti. Inventé razones por las que me estabas alejando. Aún tenías el corazón roto por tu última relación. Tenías problemas de confianza. Tenías problemas de abandono. Querías protegerte quedándote soltera. Tenías miedo de lo mucho que te gustaba.
Te perseguí porque pensé que eso era lo que querías que hiciera. Pensé que me necesitabas para probar lo fuertes que eran mis sentimientos por ti. Pensé que necesitabas los cumplidos y los mensajes dobles y a la Instagram le gustaba saber que quería estar contigo en serio. Pensé que te ayudarían a probar que valía la pena tu tiempo y esfuerzo.
Nunca me preocupé por parecer desesperado porque pensé que era mejor para ti saber lo que sentía por ti que dejarte adivinar. Pensé que expresarme era mejor que enviar señales contradictorias de la manera en que lo hacías tú. Quería ser sincero contigo. Quería que supieras exactamente cuál era mi posición.
Te perseguí porque quería tu atención y no me importaba cómo había ocurrido. No importaba si tenía que enviarte a ti, cambiar mi horario para verte, o pasar horas en mi traje para impresionarte. Habría hecho cualquier cosa para que te fijaras en mí. Para que te importe.
Te perseguí porque sabía que si dejaba de enviarte mensajes de texto primero, nunca tendríamos otra conversación. Si dejara de hacer planes contigo, no nos volveríamos a ver. Si dejara de darte oportunidades, nunca te esforzarías por arreglar las cosas conmigo. Sabía que tenía que hacer todo el trabajo para mantener viva nuestra amistad.
Te perseguí porque la alternativa era dejarte ir y eso era lo último que quería hacer. Quería mantenerte en mi vida. Quería que fueras una parte permanente de mi mundo, pero resulta que sólo era temporal para ti.