Es difícil describirlo realmente. Pero durante mucho tiempo me sentí como si una pieza vital de mí ser, había desaparecido. Me despertaba dando vueltas y vueltas después de otro sueño donde aparecías. Me quedaba allí un rato pensando en todo lo que hice mal.
La sudadera que me diste se fue directamente al armario, no puedo tocarla, pero tampoco tirarla. Tu libro favorito sigue cogiendo polvo en la estantería y la imagen del fotomatón empieza a desvanecerse por el paso del tiempo igual que nos pasó a nosotros.
A lo largo de los años, llevé a muchos chicos a ese lugar que solía ser nuestro, pero nunca volví a sentarme en la mesa de nuestra primera cita.
Aún había sabores que me hacían pensar en ti porque tú eras el que me hizo probarlos.Y cerveza, que me gusta beber pensando en ti porque era tu favorita.
Tu nombre dejó de salir en la conversación. La gente dejó de preguntarme dónde estabas o qué estabas haciendo. Todos excepto yo.
Y en cada cumpleaños surgía la misma duda ¿te mando un mensaje, te llamo?, pero tenía miedo de lo que podría encontrar. Tenía miedo a descubrir que no me has extrañado en absoluto.
Nuestra presencia en las redes sociales ya no existe y cada señal de que fuiste un componente tan vital en mi vida ya no estaba etiquetado. Pero yo no puedo olvidar. Todavía pienso en ti y cuanto más lo pienso, más vacía me siento.
La verdad es que, cuándo te fuiste, cogiste un trozo de mí.
Y lo que no sabes es que todos los domingos sigo orando por ti, y le preguntaba a Dios si volverás. Sigo mandándote postales navideñas cada año esperando que tal vez me respondas. Y la gente me pregunta por qué sigo intentando y mirando una nota que escribí en mi pared y que leo todos los días.
“Cuando alguien está en tu corazón, nunca se irá del todo. Puede volver en cualquier momento, incluso en los más improbables.”, (Mitch Albom)
¿Cuántas cartas escribí? Una al año durante los últimos cinco.
Cinco años… Cinco años y todavía miro mi reflejo y te veo allí. Veo partes de mí persona que cambié gracias al amor que me diste, veo todas las cosas que me enseñaste y lo mucho que significabas para mí. Estaba orgullosa de la persona que era, pero la verdad es que gran parte de mí era por ti. Y si me despojaras de todo eso, verías pedazos de ti también.
Mi vida comenzó a progresar como no lo había hecho en años.
Entonces un día ocurrió. Tu nombre apareció en mi teléfono. Atrapada en algún lugar entre la excitación, el miedo y la incredulidad, supe que habías regresado.
Una pequeña charla se convirtió en planes. Y luego, me veo en el espejo haciendo 15 tomas dobles antes de verte. Un millón de preguntas pasaron por mi mente, pero por alguna razón, las respuestas no importaron. Lo único que importaba era que estábamos de vuelta.
Todos los escépticos, más tarde se convirtieron en ruido que ignoré porque no me importaba lo que pensaran. Lo único que me importaba eras tú.
Y en una habitación llena de gente, con un coro cantando y una celebración en marcha, miré las caras que había a mi alrededor y luego te miré a ti. Me sentí completa, por primera vez en mucho tiempo, ya no me faltaba nada.
Tomé tu mano y la apreté fuerte porque, finalmente, había conseguido lo único que deseé durante media década y mi corazón estaba completo de nuevo.
Como eras más que alguien a quien había amado, me enseñaste que el amor no se desvanece con el paso del tiempo. Me enseñaste que el amor es lo suficientemente fuerte como para superar el tiempo, las circunstancias y el corazón roto. Me diste algo en lo que creer, una fe ciega que siempre me había preguntado si existía. Pero de alguna manera y a pesar de la duda y las preguntas, nunca me rendí. Mientras que muchos no podían entender y hubo momentos en los que yo misma no podía hacerlo, nunca dejé de creer que encontrarías el camino de regreso a mí.
Te miro ahora y la gente dice que soy más feliz. La verdad es que soy la mejor versión mí misma y más feliz al verte nuevamente a mi lado.