Mi madre me ha contado que soy fruto de un amor increíble. Que rezasteis para tenerme en vuestros brazos y os sacrificasteis para tenerme, pero al poco tiempo de nacer te fuiste, papa.
No te eche de menos hasta empezar el colegio. Me sentía muy rara.
¿Por qué mis amigas tienen papa y yo no? ¿Por qué ese señor dice que me parezco a mi padre? ¿A quien le doy el regalo del Día del Padre? ¿Dónde esta mi padre? ¿Por qué no viene a verme ni me llama?
Miles de preguntas sin respuestas.
Recuerdo un año en el que les pedí a los Reyes Magos un papa por un día para que me recogiera del cole.
Mamá hacia lo mejor que podía, pero no podía sustituirte. No podía llenar tu hueco.
De adolescente las cosas se pusieron aún peor. Antiguos compañeros tuyos de trabajo me paraban por la calle para preguntarme por ti y decirme lo grande y guapa que estoy. Otros empezaban a contarme historias tuyas, se me notaba mucho la tristeza por no conocerte. Absorbía cada palabra y preguntaba más detalles. Quería saberlo todo.
Luego llego la época de los novios. ¿Dónde coño estabas? Necesitaba tus consejos, saber que alguien me guarda las espaldas, tener a mi padre a lado.
Del deseo de conocerte pase a la ira. Empecé a odiarte profundamente. Por dejar a mi madre con una niña recién nacida, por desentenderte de todo, por no buscarme, por no estar a mi lado cuando me hacías falta.
Mi madre me enseño a nadar, a ir en bici, me dio los mejores consejos del mundo y me ama más que nada en el universo. ¿Tu sabes lo que eso? ¿Sabes lo que es amar o que te amen incondicionalmente? ¡Claro que no! Y no lo sabrás nunca. No tienes escusa por no querer saber de mí. ¿Qué culpa tengo yo de que lo vuestro no funciono? Hay más parejas con hijos divorciados y el padre no desapareció como tú. Siguen en buenas relaciones con sus ex y siguen ejerciendo de padres. Si tantos lo hacen, no puede ser tan difícil, ¿no?
Por más vueltas que le doy, más te odio. Y el odio no es bueno, no quiero ese sentimiento en mi vida. ¿Como hago para perdonarte? Si, perdonarte. Perdonarte por todo el mal que me hizo tu ausencia. ¿Cómo lo hago?
Se que algún día nuestros caminos se cruzaran. Pienso en ese momento y en cual va ser mi reacción. ¿Te echare todo en cara, soltare todo para aliviarme o me echare a llorar mientras te abrazo muy, muy fuerte?
¿Querré seguir en contacto contigo? ¿Podre dejarte ocupar tu sitio en mi vida?
Han pasado tantos años… Te perdiste mi infancia, mi adolescencia y si no apareces pronto te perderás mi boda y el nacimiento de tu primer nieto. ¿Qué sientes cuando piensas en mí? Sabes que estoy bien porque me dejaste en buenas manos, pero, de verdad ¿no tienes curiosidad por verme? Ver si herede tu mirada, si tengo tus mismos gustos, ver la mujer en la que me he convertido. ¿No quieres saber si estoy feliz o si tengo a mi lado un hombre que me quiere?
¡Pobre de ti, papa! Es muy duro llegar a viejo solo, sin familia, sin nadie que te quera ni se preocupe por ti. Sin nietos que traigan alegría a tu vida monótona y sedentaria.
No se si podre perdonarte alguna vez, no sé si podre aceptarte en mi vida, pero podrías intentarlo.
Dicen que la sangre siempre tira.
También dicen que la sangre te hace pariente, pero la lealtad te hace familia.
Mi madre me enseñó a dar segundas oportunidades, así que, ¿te convertirás alguna vez en familia, o te quedaras en un simple pariente?