Probablemente tienes el hábito de mirarte al espejo y preguntarte si mereces ser amada.
De hecho, probablemente haces esto todo el tiempo.
Probablemente te dices a ti misma lo que no eres suficiente, cómo todos los demás están bien y tú no logras salir de tu propio lío.
Todo lo que ves cuando te miras son tus imperfecciones. Todo lo que ves son las razones por las cuales no mereces ser amada.
Empezó con algunas pequeñas imperfecciones y ahora es tan generalizado que no puedes deshacerte de ello.
Dios sabe cuándo fue la última vez que te miraste al espejo y te dijiste lo bonita que eres o lo bien que lo estás haciendo en la vida.
Dices que eres un lío y que estás perdida, y yo te digo: “¿Y qué?”
No te quedarás un lío para siempre. No estarás perdida para siempre.
Aunque sientas que no puedes ordenar tus pensamientos ahora, aunque sientas que estás atrapada y que todos van adelante, eso no significa que seas una causa perdida. Porque no lo eres.
Tal vez pienses que no mereces ser amada. Tal vez pienses que nadie te amará tal como eres ahora.
Que nadie se molestará en mirar más allá de tu caos o tratará de verte por lo que realmente eres.
Que nadie se preocupará por ver que puedes ser mejor de lo que eres o pensará que tienes un futuro brillante. Pero una vez más, te equivocas.
Verás, la verdad es que solo eres capaz de verte a ti misma como un lío ahora. Solo ves tus defectos y tienes esa sensación de que todos están haciendo mejor que tú.
Pero la verdad es que todos somos un poco un lío. Todos estamos un poco rotos también. Y todos estamos destinados a encontrar el amor a pesar de todo esto.
Habrá alguien que quiera escuchar sobre lo que pasa en tu cabeza.
Habrá alguien que quiera escuchar todas las historias sobre por qué eres un lío y qué es lo que está pasando contigo.
Habrá alguien que te verá como todo lo que esa persona estaba buscando. Marca estas palabras.
Cuando te miras al espejo, piensas: “¿Quién se va a enamorar de mí?” Sigues preguntándote por qué tuviste que terminar siendo así.
¿Cómo es posible que seas tú la que tiene que luchar por todo y cómo es que nunca has conseguido nada fácil en la vida?
A menudo sientes que te vas a rendir, sientes que ya no puedes más, que ya no puedes seguir.
Pero seas como seas, no eres una persona que se rinda. Eres una luchadora. ¿De otra manera cómo habrías llegado tan lejos en la vida?
Algunos días pensaste que ya no podías más. Que ya no podías seguir y que ibas a perderlo todo.
Pero aquí estás. Bien y viva, en tu vida desordenada, con tu cabeza desordenada, pero firmemente de pie sobre la tierra.
La mejor parte es que alguien llegará y verá todo esto. Alguien verá todas tus batallas, todas tus luchas y todas las veces que caíste, pero te levantaste de nuevo.
Alguien no te verá como un desastre, sino como alguien que lucha con todas sus fuerzas para mantenerse a flote.
Alguien te admirará desde lo más profundo de su corazón. Alguien amará todo lo que odias de ti misma.
Alguien verá tus cicatrices y decidirá besarlas. Alguien verá todo tu caos y decidirá quedarse.
No tratará de cambiarte. No tratará de “arreglarte” o resolver tus problemas. No tratará de salvarte.
Simplemente estará allí para tomarte de la mano, para mostrarte que te ama a pesar de lo que piensas, para mostrarte que eres una persona increíble a pesar de las cosas que sigues diciéndote a ti misma.
Alguien llegará a tu vida, verá tu desorden y se quedará. Verá tu caos y agradecerá a Dios por haberte puesto en su camino tal como eres.
Alguien amará tu caos más de lo que algunas personas amarían tus perfecciones.
Esa persona esperará hasta que te “desordenes” a ti misma. Aceptará tus lados feos tan felizmente como acepta tus lados bonitos.
Y no importa si te toma toda una vida deshacer tu caos. No importa si nunca lo logras.
Él se comprometerá con todo eso. Te amará por todo eso.
Serás amada tal como eres: tú perdida, tú desordenada, la tú que ni siquiera te amas.
Todos tus defectos serán amados, todas tus cicatrices serán besadas, todas tus batallas serán admiradas.
Porque así es como todos merecemos ser amados. Tú también, aunque ahora te cueste creerlo.
