Cuando se trata de rupturas, todo el mundo parece centrarse en la persona que se queda atrás y en el dolor emocional de esa persona. La gente tiende a juzgar al que se fue, pensando que alejarse es lo más fácil que se pueda hacer. Pero no lo es. A veces es la decisión más difícil que tienes que tomar.
A veces, aunque no quieras irte, en realidad es la única opción que tienes. A veces, todavía amas a la persona que estás dejando atrás, pero simplemente tienes que decidir que ya es hora de empezar a amarte más a ti misma. Llega un momento en que tienes que elegir entre tu salud mental y tu relación – entre tú y el otro. Y no es egoísta elegirte a ti misma. Tu corazón puede decirte lo contrario, pero tu razón sabe que es lo único correcto.
Tampoco es cobarde. Algunas veces se necesita más coraje para irse que para quedarse. Dejar de lado a la persona por la cual todavía sientes algo, pero sabes que no es buena para ti, es lo más valiente que harás en tu vida. Eres plenamente consciente de las consecuencias, sabes que estarás destrozada una vez que lo hayas hecho, pero lo haces de todos modos. Sabes que tienes que hacerlo, por tu propio bien.
Sí, se te partirá el corazón cuando te vayas. Pero sabes que si te quedas, terminarás aún más destrozada. Así que decides elegirte a ti misma, por primera vez en tu vida. Decides darle la espalda a la única persona a quien jamás hayas amado.
Nunca pienses que duele menos porque fuiste tú quien terminó la relación. Una pena de amor siempre es una pena de amor, no importa quién de los dos lo haya dejado.
He estado en esta situación y lo he hecho, así que lo sé. He dejado al hombre que amaba y que probablemente amaré para siempre. Y fue una de las decisiones más difíciles que tuve que tomar.
Todos tenemos a esa persona única que siempre será nuestra debilidad. Pero, tristemente, ese hombre suele ser la persona equivocada para nosotras. Tuve una relación muy tóxica. Cuando miro las cosas desde el punto de vista de hoy, no puedo decir que él fuera el único en ser tóxico. Ni yo tampoco. Supongo que éramos tóxicos y equivocados el uno para el otro.
A veces, dos personas comparten un fuerte amor y mucha pasión el uno por el otro, pero simplemente no son compatibles. Se podría decir que son cosas sobre las cuales se puede trabajar, pero si ambos tienen un temperamento fuerte y si ambos son tercos, la relación nunca funcionará como debería. Sí, puedes intentar hacer compromisos en todo, y esa será una buena solución por un tiempo. Pero, tarde o temprano, vuestras diferencias saldrán a la superficie.
Amaba a un hombre que era malo para mí. Y ese hombre me amaba, aunque yo era mala para él. Tal vez fuimos masoquistas y esa fue la razón por la que nos amábamos tanto, o tal vez nos amaríamos aún más si fuéramos hechos el uno para el otro – nunca lo sabré. Lo que sabía desde el principio era que nuestra relación estaba destinada al fracaso. Al principio, no pensaba que fuera algo serio y permití que mis pasiones me guiaran. Y antes de darme cuenta, me enamoré de él.
Traté de luchar contra estos sentimientos. Traté de irme en el momento en que me di cuenta de que estaba perdiendo el control sobre mí misma. Era la primera vez en mi vida que mi razón no podía prevalecer y dominar mi corazón. Tal vez por eso se sentía tan bien.
Esta relación me hizo pasar en una montaña rusa emocional. Por momentos, me sentía como si estuviera en la cima del mundo, y al día siguiente estaba en un agujero negro. Este hombre tenía ese impacto sobre mí y no podía hacer nada al respecto.
Discutíamos. Siempre y en todas partes. Y en lugar de sentirme relajada y feliz en una relación, empecé a sentirme más estresada y abrumada que nunca.
Ambos tratamos de romper más veces de las que puedo contar. Pero algo nos seguía arrastrando de vuelta el uno al otro. Pensaba que los raros momentos de paz que tenía con él valían todo lo negativo por lo que estaba pasando. Y pensaba que él cambiaría. En realidad, pensaba que ambos cambiaríamos. Pero las cosas solo empeorando cada vez más.
En el momento en que me di cuenta de que todo esto estaba afectando mi salud física y mental más de lo que debería, supe que tenía que irme. Así que lo hice. Y fue una de las cosas más difíciles que tuve que hacer en mi vida. Pero sabía que tenía que hacerlo.
Al principio, la culpa me consumía. Pensaba que podía hacer algo más. Pensaba que las cosas serían diferentes si yo fuera diferente. Me veía a mí misma como una egoísta, pensando sólo en mi propio bien. Pensaba que lo iba a dejar solo cuando él más me necesitaba. Sabía que sentía algo por mí, pero lo dejé colgado.
Me lo pensé dos veces. Lo que me salvó fue que el hecho de que él también se haya dado cuenta de que nuestra relación estaba muerta y que nunca podríamos ser felices, así que no me persiguió. Si lo hubiera hecho, probablemente habría cambiado de opinión y habría vuelto con él.
Pasado el período de culpabilidad, empecé a llorar. Mi corazón estaba roto y era yo quien lo había roto. Lo amaba tanto que no podía funcionar correctamente sin él. Mi mente estaba lidiando una batalla con mi corazón a diario. Y casi la pierde.
Pero seguí adelante. Si me preguntas ahora, no sé cómo me las he arreglado para hacerlo. En el fondo, sabía que sería una locura para mí volver con este hombre. Sé que seríamos felices por un corto período de tiempo, y antes de que nos diéramos cuenta, estaríamos atrapados de nuevo en este círculo interminable de peleas y reconciliaciones. Y eso no es la base para una relación sana ni para una vida sana. Me lo repetía una y otra vez.
Por supuesto, cuando estás en esta fase, todo lo negativo y todas las cosas que te llevaron a irte parecen pequeñas e irrelevantes. Solo piensas en los buenos recuerdos, en el amor que os unió, en todos los momentos en que te hizo sentir la mujer más feliz del mundo y en todos los momentos en que te sentiste más viva que nunca.
Pero entonces te golpea la realidad. Sabes que necesitas hacer esto si quieres sobrevivir. Sabes que no tenéis futuro y que no podéis solamente vivir el momento.
Y vives día a día. Y cada día se vuelve un poco más fácil.
No te voy a mentir. Nunca he dejado de amar a este hombre y no sé si alguna vez lo haré. Me cambió para siempre, y lo más importante: me hizo ver lo fuerte que soy.
Pero he aprendido a vivir sin él. Y sé que tomé la decisión correcta cuando me fui. Sé que fui lo suficientemente valiente como para tomar una decisión radical que me salvó la vida.