Siempre me pregunte si alguna vez las cosas volverían a ser normales, si sería de nuevo la persona que solía ser. Las relaciones deberían hacer tu vida más feliz, agregarle valor y convertirte una persona mejor o más alegre, ¡incluso ambas cosas!
Cuando sales con la persona indicada recibes todo el amor que te mereces, pero ¿Qué pasa cuando sales con el “tipo equivocado”?
Por mucho tiempo me sentí avergonzada de haber mantenido una relación toxica por mucho tiempo. Me daba pena admitir que no fui lo suficientemente fuerte como para salir de ella.
Permanecí mucho tiempo atada a un hombre tóxico.
La peor parte, y aún siento escalofríos cuando pienso en ello, es pensar ¿qué sería de mi hoy sino le hubiese puesto fin a esa relación?
Salí con alguien que me hizo perder mi autoestima.
Me llevó de la mano sin permitirme decidir y lo dejé hacerlo, convirtiéndome en una persona débil e incapaz de pelear. No tenía idea de cómo enfrentarme a él y por mucho tiempo no fui consciente del daño que me hacía.
Perdí por completo mi autoestima y dejé que el tomara todas las decisiones por mi.
Estaba con alguien que me hizo perder la confianza en mi misma.
Olvidé como ser feliz porque siempre estaba preocupada pensando cómo me veía o como me comportaba, él nunca me regaló una sonrisa, mis bromas no le hacían gracia y al poco tiempo comencé a pensar que yo era la persona más aburrida del mundo.
Jamás se preocupo por mantener una conversación conmigo y no pasó mucho tiempo antes de que desistiera de hacerle preguntas e intentase sostener una conversación con él.
Por su culpa no me veía a mi misma como la chica linda que solía ser, tampoco me veía como alguien que pudiera despertar el deseo de un hombre.
Salí con alguien a quien pensaba conocer bien.
De verdad creía que él no era así, eso no podía ser cierto.
Nunca me hubiese enamorado de una persona así por lo que me repetía a mi misma que solo era una etapa que superaríamos pronto. Lo triste es que las cosas nunca cambiaron.
Mi pareja era alguien a quien realmente no conocía.
Dado que nunca me mostró su verdadera cara, es posible que nunca sepa como era en realidad.
Quería que él fuera el hombre que yo pensaba que era y esperaba constantemente que se convirtiera en la persona que había creado en mi mente, siendo quizás esta la razón que me hizo estar tato tiempo a su lado.
Confiaba en que hubiese algo bueno dentro de él y que mi amor eventualmente sería correspondido, la verdad estaba convencida que el aún no encontraba el espacio para expresarse como en realidad era.
Pero la verdad si lo estaba haciendo, ese era su verdadero rostro y yo era incapaz de darme cuenta.
Estaba con una persona que hizo cuestionármelo todo.
Solo porque él era malo llegue a creer que todas las personas eran iguales por lo que no dejé que más nadie entrara a mi vida, ya que me aterrorizaba la idea de encontrarme personas tan malas como él.
Nunca le comenté mis problemas a nadie porque pensé que podían darle la razón de manera que me tocó llevar mi carga sola.
Me olvidé que tenía amigos y les mentía sobre como iban las cosas entre nosotros, de hecho llegué a hablar sobre nuestra relación como lo mejor que me había pasado en la vida, cuando lo cierto era que me debilitaba y me hacía tenerle miedo a la vida.
Mi pareja era alguien incapaz de amar a nadie que no fuera él mismo.
No importaba cuanto amor tuviera para él, simplemente nunca era suficiente.
Independientemente de cuán grande fuera mi sonrisa cuando lo miraba, él nunca me sonrió; jamás me dio la bienvenida con un abrazo ni tuvo sus brazo abiertos para recibirme.
Me hacía sentir sola aunque estuviera físicamente sentado a mi lado.
Por un tiempo tuve la sensación de él era más feliz mientras más miserable me hacía sentir.
Salí con alguien que habría atropellado a cualquiera en pro de su beneficio.
Rápidamente pude ver ese patrón, las personas que lo rodeaban siempre lo miraban con admiración y esperaban su aprobación directa o indirecta, aunque al final a él en realidad no le importaba para nada.
Él siempre sería superior a ellos y eso lo hacía sentir fuerte.
Mi pareja era uno de esos tipos que permanentemente estaba involucrado en una relación, siempre tuvo novia porque para sentirse mejor necesitaba a alguien a quien humillar.
Se trataba de algo indispensable para él y yo no podía sino pregúntame: ¿Cuántas mujeres corrieron esta suerte antes que yo? Eso me asustaba mucho, pero me daba incluso más temor pensar en cuantas otras habría después de mi y que tan perjudicadas se verían emocionalmente.
Me involucré con alguien a quien deje manipularme.
Siempre que me ignoraba yo pensaba que me lo merecía, cada vez que me mentía me quedaba callada porque no tenía el coraje para enfrentarlo, al punto que me hizo creer que yo era la responsable de todo y por eso me sentaba allí en silencio.
Pero lo cierto es que me sentaba en silencio porque no tenía otra opción ya que me repetía “Si confiaras en mi no te importaría con quien hablo por teléfono” o “Te doy cosas que nadie siquiera pensaría en darte ya que no te las mereces”. Estas palabras repetidas día tras día me hacían sentir que yo era responsable de todo lo malo que sucedía en nuestra relación.
Al final me convertí en una loca obsesiva.
Salí con alguien a quien no le interesaba ni un pasado ni un futuro para mi, una persona que quería ser el centro de mi vida, pero de una manera perversa.
Me involucré con alguien celoso.
El me celaba de todos mis amigos e incluso de cualquier persona a quien saludara con una sonrisa sin importar su sexo o su edad.
Algo que le enfurecía, y me reprochaba cuando sucedía, era cuando algún hombre me trataba bien, entonces me decía que era una “chica fácil” porque ninguna mujer normal y decente conoce tantos hombres.
Y yo lo creía porque simplemente él lo decía.
Llegue a odiarme a mi misma por ser una persona amable y gentil con todo el mundo al punto que comencé a caminar por la calle pidiéndole a Dios que nadie me saludara; deje de sonreírle a los extraños y poco a poco dejé de ser la persona extrovertida que era.
Al final, estuve involucrada con alguien que me hizo ser más fuerte.
Porque llegué a sentirme lo suficientemente fuerte como para alejarme de él. Una vez que lo abandoné sentí que más nada en el mundo podría derribarme, simplemente tuve un viaje de ida y vuelta al infierno, y lo completé con éxito.
Conseguí la fuerza para convertirme en quien solía ser antes de esa amarga relación, entonces volví a saludar a la gente con una sonrisa, a querer a los niños y a jugar con los perros que me encontraba por la calle.
Me sentí como la persona más alegre del mundo y mis amigos estaban encantados de tenerme de vuelta tal como me habían conocido, ¡esa era yo de verdad!
Debido a lo que viví, ahora, soy lo suficientemente fuerte para amar de nuevo, y cuento con el valor necesario para levantarme y seguir si cayese.
Dado que dejé todo de lado solo para amarlo a él sin lograr que me correspondiera, pude darme cuenta que podía sobrevivir sola con mi amor.
Al dejarlo aprendí cuan fuerte soy ya que alejándome de él aprendí a amarme de nuevo.