Soy pegajosa, pero también distante. Hay días en los que disparo el primer texto, en los que me gustan los cumplidos, en los que me gusta una serie de selecciones, en los que permito que el amor fluya libremente de mi corazón a mis labios. Luego hay otros días en los que quiero que me dejen en paz, en los que ignoro mis textos, en los que me encierro en mi habitación, en los que cancelo todos los planes de mi calendario. Cambio entre ser la persona más clínica que conocerás y la más distante.
Soy un dador, pero también soy egoísta. Hay días en los que tengo puertas abiertas para los extraños, en los que me ofrezco a pagar las comidas, en los que recojo las llamadas telefónicas a las dos de la mañana para ayudar a un amigo necesitado. Luego hay otros días en los que sólo me preocupo por mí misma, en los que actúo como una perra completa, en los que decido que todos los demás se pueden joder a sí mismos porque la única persona que cuida de mí soy yo. Soy la persona más generosa que conocerás, pero también la más egoísta.
Soy feliz por mi cuenta, pero también me siento sola. Hay días en los que estoy realmente feliz de pasar tiempo a solas, cuando leo libros, cuando veo programas, cuando canto solos frente a mi espejo. Luego hay días en los que miro la pantalla de mi teléfono con la esperanza de recibir una notificación, cuando anhelo una conexión humana, cuando me siento como un fracaso por haberme quedado dormido dentro de una cama tan vacía. Soy la persona más independiente que hayas conocido, pero también la más solitaria.
Soy un gran trabajador, pero también un perezoso. Hay días en los que no quiero moverme del sofá, cuando agarrar el cargador es demasiado esfuerzo, así que dejo morir mi teléfono, cuando me salto el ejercicio para dormir una o dos horas más. Luego hay otros días en los que tomo café oscuro todas las noches, cuando termino una lista completa de tareas en un fin de semana, cuando logro más en una hora de lo que la mayoría de la gente logrará en toda la vida. Cambiaré entre ser el trabajador más duro que hayas conocido y el más perezoso.
Poco a poco estoy aprendiendo que nuestros rasgos de personalidad están cambiando para siempre. Nuestros socios pueden considerarnos tercos, pero nuestros jefes pueden considerarnos flexibles. Nuestros amigos pueden considerarnos fáciles de convencer, pero nuestros padres pueden admirar nuestra columna vertebral. Diferentes personas nos ven de diferentes maneras en diferentes momentos en el tiempo.
Nuestras personalidades no son en blanco y negro. No somos ángeles ni demonios. Somos personas. Existimos en una zona gris.
Es por eso que nunca debes pensar en lo negativo de ti mismo. Nunca pienses en tus errores. Nunca te castigues por los momentos en los que actuaste de forma incómoda en una fiesta, porque hay otras tantas veces en las que actuaste de forma elocuente. No te odies por fallar una vez – porque hay otras veces en las que has tenido éxito.
No eres un conjunto de rasgos de personalidad. Eres más complejo que eso.