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No soy la mujer que fue el año pasado y eso está más que bien

No soy la mujer que fue el año pasado y eso está más que bien

Es curioso cómo pasan los días y nada cambia. De repente te das la vuelta, el año pasa y todo parece diferente. Todos esos son cambios sutiles, así que ni siquiera puedes sentirlos.

El tiempo pasa, miras hacia atrás y ya no eres la misma persona que eras ayer. Y eso está más que bien. No se supone que seas el mismo. Se supone que debes evolucionar. Para trabajar en ti mismo; no para ser estancado y terco. Las cosas nunca cambiarán si eres así.

Acepta el cambio: lo bueno y lo malo.

Al mirar hacia atrás, te darás cuenta de que todo sucedió tal como se suponía que debía suceder. Las cosas siempre empeoran hasta que mejoran. Lo sabemos en teoría, pero en la práctica, es más difícil de aceptar.

A medida que el tiempo pasa desapercibido, hace pequeños cambios, y de repente todas esas cosas que pensabas que te estaban sujetando, finalmente te abandonaron, cuando pensaste que no había salida y apareció el camino.

Todos estamos aprendiendo constantemente a través de esta vida. Hay una verdadera belleza en eso.

Lo que aprendí, lo que más me ayudó, fue a expresar mis emociones. No para mantenerlos encerrados dentro. Esa botella va a explotar eventualmente y no va a ser bonito.

Aprendí a defenderme por mí misma. No bajar la cabeza delante de nadie. Pero también para no tener la cabeza muy alta. Porque algo o alguien lo golpeará. Es mejor ser humilde, pero orgulloso.

Mi corazón se rompió y sanó. Pensé que nunca lo haría. Supongo que los milagros ocurren y el tiempo hace maravillas. De esto, aprendí que todavía tengo mucho que aprender sobre la gente, sobre el amor, sobre las circunstancias.

No todo pasó como yo quería. No quería que me rompieran el corazón. ¿Quién querría eso? Todos tenemos miedo de salir lastimados. Pero, a veces, el dolor es el camino hacia la felicidad. Yo tampoco lo sabía. Ahora lo sé.

Todas las cosas que me pasaron me hicieron más audaz, me hicieron más fuerte.

Aprendí a correr riesgos. Creo que esa idea fue la que más me dio poder. Me hizo crecer. Porque la única vez que realmente estás creciendo es cuando haces cosas que te asustan, que te hacen sentir incómodo. Las cosas de las que quieres huir, deberías huir.

Hicieron mi vida mejor en cada segmento de ella.

Me caigo, me levanto. Vivo y aprendo.

Tantas veces como sea necesario. Me hace ser quien soy. Me gusta que haya cambiado. Ahora me siento más orgulloso de mí mismo. Ahora me quiero más a mí mismo. Todos mis altibajos hacen que los años valgan la pena.