Todos tenemos esa relación y ese ex del que hemos aprendido tanto.
Supongo que es cierto que aprendemos de nuestros errores, después de todo. Pero al principio, cuando la ruptura está todavía fresca en nuestra mente, no lo parece. Es como si alguien te hiciera un agujero en el pecho y te sacara el corazón.
Para mí, probablemente la experiencia más dolorosa no fue la ruptura en sí. Fue más bien el período que viene después. Esos días patéticos en los que buscaba su nombre en mis contactos o me ponía la vieja camiseta que olía a él.
Todo esto suena muy patético, pero no me digas que nunca has pasado por eso. Separarse nunca es fácil, por mucho que intentemos convencernos de lo contrario.
No hay reglas, el destino es desconocido tanto para el que se separa como para el que se separa. Puede que sientas que es la parte más difícil de tu vida.
Crees que lo has perdido todo, lo cual no es del todo cierto. Tal vez hayas ganado algo con la experiencia, pero aún no estás preparado para aceptar el hecho de que es el final.
Las personas somos diferentes y afrontamos las cosas de distintas maneras. Puede que tu pareja haya pasado página rápidamente, mientras que tú sigues atascado en la fase de duelo.
No puedes ver más allá de tu dolor, y eso es comprensible. Sobre todo si eres tú la que ha sido abandonada. Nunca es fácil superar ese hecho.
Sin embargo, cuanto más nos entregamos a los recuerdos, más nos arrastran. No es malo recordar el pasado, pero no deberías vivir en él.
1. Estoy perdiendo un tiempo precioso
Esto implica que lamentarse por un periodo de nuestra vida o por una persona en particular no merece la pena. Por mucho que duela, es esencial liberarse y seguir adelante con tu vida.
Te decepcionas aún más cuando ves lo rápido que tu ex siguió adelante. Sé que no pensabas que ibas a ser tú la que se llevara más fuerte ni que te llevaría tanto tiempo asumir lo que ha pasado.
Pero tal vez puedas aprender algo de esa experiencia, como hice yo. Mi ex alejó adelante rápidamente y esto es lo que me enseñó.
Me enseñó que esa persona no era digna de mi precioso tiempo. Está bien hacer el duelo, es un proceso inevitable.
De hecho, es muy saludable cuando aceptas la ruptura y te das cuenta desde el principio. Lo peor es negar el hecho y posponer la etapa de duelo.
Mis amigos me contaron que mi ex estaba destrozado durante las primeras semanas. No podía salir con ellos porque todo me recordaba a él.
Yo, en cambio, me convertí en el alma de la fiesta. Hice todo lo que pude para borrar de mi mente esos recuerdos que lo incluían a él.
Me dolía, pero no quería aceptarlo. Esto volvió a morderme en la cara. El proceso de curación posterior tardó mucho más de lo que pensaba.
Esto me enseñó a no ignorar mis sentimientos, sino a aceptarlos. Por el contrario, si seguía escondiéndolos bajo la alfombra, se acumulaban.
Este comportamiento no me llevó a ninguna parte. Cuando finalmente siguió adelante, bajé la guardia y me derrumbé.
2. Convertirme en una prioridad
Cuando rompimos por primera vez, me dedicaba a amarme a mí misma y a los trucos para mejorar la calidad de vida.
No quería dejar que nada me arrastrara, sólo quería acabar con ello.
Pues verás, una ruptura no es tan sencilla como quitarse una venda. Y seguro que no es una sensación agradable. Es bastante dolorosa y puede que incluso te queden profundas cicatrices después.
Cada persona lo verá de forma diferente, pero así es como lo vio mi ex. Mientras yo estaba preocupada por seguir con mi vida y complacer todos mis deseos, él no lo estaba. Se tomó su tiempo para procesar lo sucedido.
Mi ex alejó adelante rápidamente porque tuvo la fuerza de aceptar la verdad. Algo que yo no tuve y me costó.
Todo el tiempo pensé que estaba en algún tipo de camino hacia la recuperación, lo cual no era cierto. Me perdí uno de los pasos importantes en ese camino: lidiar con la ruptura.
Por otro lado, mi ex estaba bastante desesperado. Con el tiempo, se puso en primer lugar, pero no después de haber guardado el debido luto por nosotros.
Esto me enseñó que no puedes desear que un poco de magia haga que todo desaparezca. No serás feliz contigo mismo si no lo haces correctamente.
Al final te pasará factura y te arrepentirás de no haber llorado cuando tenías que hacerlo. No eres menos persona si demuestras que estás sufriendo.
3. Asumir mis errores
Aquí viene la peor parte. Cuando las cosas finalmente terminaron, tomé el asunto en mis manos para tratar de consolarme. O al menos eso creía.
No necesitaba a ningún familiar o amigo como consuelo. Pensé que podía hacerlo por mi cuenta y mira a dónde me llevó.
El caso es que empecé a señalar con el dedo a los demás. Principalmente a mi ex que, por cierto, nunca dijo una mala palabra sobre mí después de la ruptura.
Le culpé de la ruptura, le culpé de todos los errores que cometimos mientras estábamos juntos. Parecía la única persona que tenía la culpa.
Esto fue lo peor que pude hacer. Sólo seguí engañándome a mí misma. Señalé con el dedo a mi ex incluso cuando no era su culpa.
Mi ex alejó adelante rápidamente y me pareció sospechoso. Ni una sola vez me dijo que era mi culpa que rompiéramos.
No, simplemente hizo las paces con ello. Lo aceptó como simplemente fue, sin hacer preguntas. Me enseñó que una vez que las cosas se acaban, sólo pierdes el tiempo tratando de señalar los errores.
Me enseñó que la vida es demasiado corta para intentar arreglar cosas que no se pueden pegar. Además, aprendí a asumir mis errores.
Por lo tanto, siempre que pienses que una experiencia fue una completa pérdida de tiempo, recuerda que siempre hay algo que ganar de ella.