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3 Lecciones Sobre El Amor Que Aprendí En Terapia

3 Lecciones Sobre El Amor Que Aprendí En Terapia

En la vida, he luchado por comprender muchas cosas. Desde las matemáticas, pasando por las relaciones políticas en el mundo, hasta el problema del hambre en el mundo.

Pero, con diferencia, lo más complicado de entender para mí ha sido el amor.

He cometido tantos errores en mis citas que, después de cada una de ellas, pensaba que ya había aprendido todo lo que había que aprender y que, por fin, tenía todo el conocimiento que necesitaba.

Pero entonces, por supuesto, llegaba otra cita, tras la cual acababa con el corazón roto y segura de que nunca jamás encontraría el amor verdadero sobre el que leo en los libros.

Un día, una amiga íntima me sugirió que probara la terapia. Me aseguró que sólo podría beneficiarme de ella, pero me dijo que si la primera sesión no me gustaba, me invitaría a una cena elegante.

Acepté porque no tenía nada que perder y porque una cena gratis es una cena gratis. Estaba segura de que no me gustaría ni necesitaría la terapia. Pero, como suele ocurrir, acabó encantándome.

Mi terapeuta y yo establecimos un vínculo amistoso enseguida. Me enseñó muchas lecciones útiles sobre la vida y el amor, tres de las cuales voy a compartir contigo ahora mismo.

Tuvieron un impacto inmenso en mi forma de percibir el amor y las citas y me ayudaron a ver las cosas desde una perspectiva muy necesaria.

Así que abróchate el cinturón y deja que cambie tu mundo (con un poco de ayuda de mi terapeuta).

Lección nº 1: Tienes que priorizar la relación contigo mismo antes que la relación con otra persona

3 Lecciones Sobre El Amor Que Aprendí En Terapia

Cuando empecé a ir a terapia, pensé que mi terapeuta y yo nos centraríamos en otras personas, o más concretamente, en los hombres con los que decidí salir.

Poco me imaginaba que este divertido viaje que decidí emprender implicaría hablar de mí misma más que de cualquier otra cosa.

Ahora, no me malinterpretes, no es que pensara tan bien de mí misma y esperara hablar sólo de lo malas y mezquinas que eran las personas de mi vida. Era consciente de que tenía defectos, sólo que no sabía cómo afrontarlos.

Cuando le conté a mi terapeuta que me costaba encontrar a un chico que se preocupara por mí tanto como yo me preocupaba por él, me hizo la siguiente pregunta:

“¿Cómo te sientes cuando estás sola y no con pareja?”.

Esta pregunta me cogió por sorpresa porque pensaba que la respuesta era obvia. Le dije lo siguiente:

“Me siento fatal. En cuanto entro en mi habitación ya echo de menos a mi pareja. Su ausencia me resulta casi tangible y no veo la hora de volver a verle.

Pero, por desgracia, los momentos hasta nuestro próximo encuentro pasan tan lentamente y casi siempre me vuelvo loca de tristeza y necesidad de él.

Le quiero mucho y me aseguro de decírselo todos los días. Pero, de alguna manera, él no parece echarme de menos ni la mitad de lo que yo le echo de menos”.

Tras mi arrebato de emociones desesperadas, mi terapeuta me señaló que debía de estar lidiando con una falta de autoestima.

Me dijo que tenía que trabajar en la relación conmigo misma antes de trabajar en construir una relación con otra persona.

Me dijo que echar de menos a mi novio era normal y que era de esperar, ya que es una parte importante del amor. Pero echarle tanto de menos y ser incapaz de llevar una vida normal sin él no era sano.

Mi terapeuta me dijo lo importante que es recordar que tengo que ser mi propia fuente de felicidad y que nunca debo ceder ese poder a otra persona.

Y hasta que no me dé cuenta de eso (cosa que no tardé en hacer), no puedo esperar encontrar un amor duradero. Soy mía para siempre antes de que nadie decida acompañarme.

Lección nº 2: Tu amor tiene que sentirse como libertad y no como una jaula para la persona a la que amas

Otra cosa que me enseñó mi terapeuta es que el amor es liberador. Da poder. Y motivador. Me repitió estas palabras muchas veces hasta que estuvo segura de que comprendía perfectamente lo que significaban.

Me dijo que no puedo esperar que mi pareja esté pegada a mí todo el tiempo. Tengo que dejarle tener su propia vida fuera de nuestra relación y no encerrarle en esa jaula que yo llamo amor.

Señaló que la sociedad ve las relaciones románticas de una manera muy equivocada. Percibimos la soltería como un periodo de libertad y desvinculación, lo que en consecuencia convierte las relaciones en algo que nos despoja de ella.

Cuando en realidad es al revés. Estar soltero debería ser el momento en que somos como presas vulnerables, mientras que la relación con alguien a quien amamos debería ser el momento en que por fin somos capaces de ser nuestro verdadero y auténtico yo.

Cuando amamos a alguien, esa persona tiene que sentirse libre para hacer lo que quiera. Y si esa persona nos corresponde, decidirá voluntariamente no hacer las cosas que sabe que nos harán daño. También nos devolverá la misma libertad.

En mi terapia descubrí que, en las relaciones, no basta con decir “te quiero” a tu pareja y guardártelo egoístamente para ti. El amor implica confianza, trabajo duro y sacrificio.

Confiar en que tu pareja no hará las cosas que más te asustan surge del amor propio y de una alta autoestima. Que es una parte de la primera lección que aprendí.

Lección nº 3: Las relaciones nunca pueden ser 50/50

3 Lecciones Sobre El Amor Que Aprendí En Terapia

Esto es algo con lo que más luché, y todavía no estoy segura de entenderlo del todo. Mi terapeuta me dijo que no es realista esperar que mi relación sea una división del trabajo al 50 por ciento.

Nos han dicho que es justo que tanto un hombre como una mujer se esfuercen por igual en sus relaciones, para que nadie acabe sintiendo que la otra persona le debe algo.

Pero el problema de esta creencia, como señaló mi terapeuta, es que, con el tiempo, el amor deja de ser el centro de atención y se sustituye por el ajuste de cuentas.

Esto crea mucha tensión y discusiones innecesarias, en las que las parejas empiezan a señalar los defectos de su pareja, los contratiempos y las cosas que ha dejado de hacer, en lugar de celebrar y agradecer en general las cosas que ha hecho.

Para que el amor verdadero sea sustancial y óptimo, sus mecanismos de poder requieren el 100% del esfuerzo.

Por eso, mi terapeuta sugirió que lo mejor sería que ambas partes aspiraran a dar su 100%, independientemente de lo que dé la otra persona.

Por supuesto, eso no será posible siempre, pero mientras ambas partes trabajen diligentemente para mejorar su relación, el amor florecerá.

Me dijo que habrá días en los que tendré tanta energía que podré manejar todos los hilos de mi relación sin ningún problema. Pero también me dijo que llegarán días en los que me quede sin energía.

En esos momentos, mi pareja será quien nos saque adelante. Y eso es lo que realmente importa: contar con la persona a la que quieres y confiar en que hará las cosas que tú no puedes. Y viceversa.