Enamorarse es una de las experiencias más brutales que uno puede vivir. Cuando conoces a alguien con quien congenias, a menudo parece que nada más te importa: sois tú y esa persona contra el mundo entero y te importa un bledo lo que piensen los demás.
El comienzo de cada “amor épico” que experimentas en tu vida (porque créeme, habrá más de uno) es siempre una felicidad absoluta. Constantemente estáis aprendiendo cosas nuevas el uno del otro, compartís experiencias por primera vez y estáis perdidamente enamorados de todos los pequeños momentos que pasáis juntos.
Por eso llaman al principio de toda relación la “Etapa de Luna de Miel”. Estás de vacaciones de la realidad: vives en una isla en tu mente, donde ningún sentido de la verdad puede abrirse paso. Te tumbas al sol de sus abrazos, observas las estrellas en sus ojos: es como un descanso permanente de las preocupaciones y el caos.
Pero toda luna de miel llega a su fin y, a veces, la realidad se abre paso en tu mente. A veces nos enamoramos de personas con las que no tenemos futuro y nos enfrentamos a la pregunta: ¿qué coño hacemos ahora?
¿Te quedas con alguien de quien estás locamente enamorado, aunque no veas que sea el final de tu vida? ¿O lo dejas prematuramente porque no quieres perder el tiempo con alguien que no puede ofrecerte una base sólida para el futuro?
Empiezas a preocuparte por cada pequeña cosa, dándole demasiadas vueltas a situaciones que quizá no ocurran en muchos años, pero que son importantes a largo plazo. ¿Cómo saber realmente cuál es la decisión correcta? ¿Cómo saber qué hacer en una situación así?
La verdad es que no hay una respuesta correcta. No existe una verdad universal para afrontar este tipo de situaciones complejas. Puedes amar a alguien con cada centímetro de tu alma, cada centímetro de tu ser, y aún así puede no ser la persona adecuada para ti, para el resto de tu vida.
Tú decides.
¿Estás dispuesto a quedarte con alguien a quien amas, porque lo amas, y arriesgarte a que acabe en desamor, a tener que empezar de nuevo con alguien nuevo?
Por término medio, la gente pasa más de un año o dos juntos antes de darse cuenta de que están con la “persona equivocada” o de que la persona con la que están no tiene cabida en su futuro. Empiezan a ver defectos más grandes, problemas que impedirán su crecimiento y el de la relación, o se dan cuenta de que no pueden casarse con esa persona ni formar una familia con ella.
Esta es la verdad:
Sólo porque ames a alguien con cada centímetro de tu ser, no significa que al final vaya a funcionar perfectamente. La mayoría de las relaciones no son perfectas; en realidad, ninguna relación lo es. Cada pareja tiene sus propios problemas, sus peculiaridades y sus dificultades. Pero eso no les impide estar juntos.
Si las banderas rojas son demasiado cegadoras, no te quedes con alguien porque sea más fácil que poner fin a las cosas. No te quedes con alguien sólo porque ambos estéis cómodos el uno con el otro y no te apetezca alejarte y tener que volver a empezar todo de nuevo con otra persona.
Quédate con alguien porque vuestro amor es lo suficientemente fuerte como para superar luchas, obstáculos, batallas y cambios. Quédate con alguien por quien estés dispuesto a transigir y que esté dispuesto a hacer lo mismo.
Al final, los cambios que se producen con el tiempo pueden sorprenderte y, además, ¿quién dijo que el amor fuera fácil?