Hace poco, una amiga mía salió de una relación con alguien que pensaba que “estabas ocupado” era una buena razón para salir con otra mujer. Mientras tomábamos nuestras copas, me dejó con la boca abierta porque se puso a despotricar sobre cómo ella era la culpable del fin de la relación.
“Espera, ¿qué?” se me escapó de la boca porque no podía entender cómo ella podía encontrar una excusa para todo lo que él había hecho. Vamos, que directamente abrió la conversación con un “eres guapa para ser más grande” y ella pensó que tenía un sentido del humor que muchos no entenderían.
Además, no se privó de decirle cosas como “no sabes lo que te conviene”, “deberías sonreír más” o mi favorita personal “¿no estabas cuidando tu peso?”. Pero, incluso después de obtener una reacción de mi parte, ella siguió y siguió diciendo que él no era tan malo y que ella sacaba lo peor de él.
Así es, ¡se estaba gaslighting a sí misma y ni siquiera era consciente de ello! Puede que nunca hayas tenido el placer de familiarizarte con el término gaslighting, pero estamos aquí para ayudarte. El gaslighting es un tipo peligroso de manipulación psicológica que consiste en que una persona minimiza y socava la realidad de la otra.
Y, para desgracia de todos, puedes gaslight totalmente a ti misma culpándote de todo, socavando tus propias emociones y tus propias experiencias, y excusando el comportamiento de los demás. Así que, aquí tienes 5 pequeñas (pero grandes) maneras en las que te estás gaslighting para ayudarte a salir del ciclo perjudicial.
1. Excusas a los demás
¿Cuántas veces nos sorprendemos a nosotras mismas poniendo excusas a novios que no tuvieron tiempo de mandarnos un mensaje de texto, a amigas que se olvidaron de preguntarnos cómo estábamos después de una operación o incluso a padres que no sabían que estaban hiriendo nuestros sentimientos al decirnos que no íbamos a llegar a nada?
En lugar de reconocer el comportamiento perjudicial de alguien, te culpas a ti mismo. En lugar de enfrentarte a alguien por todo lo que ha hecho para herirte, te convences de que no ha hecho nada malo. Y, en lugar de distanciarte de alguien que no deja de hacerte la pelota, le animas a que siga haciendo lo que ha estado haciendo.
“Oh, no me ha llamado porque ha estado ocupado”, “No, no estaba saliendo con otra chica, tenía una cena de negocios”, o incluso “No me compró nada por mi cumpleaños porque no me merecía un regalo” suena a algo que tú dirías, ¿verdad?
2. Te culpas de todo
Y no puedes sacar de tu vocabulario las palabras “podría”, “debería” y “habría”. No puedes evitar pensar que tú eres el culpable cada vez que algo sale mal. No dices cosas como “quizá no llamó porque es tonto” porque prefieres pensar que le ahuyentaste con algo que dijiste o hiciste.
Ni siquiera tenemos que despotricar sobre por qué eso está mal, ¿verdad? Cuando te culpas por todo lo que pasa entre los dos, estás destinada a derrumbarte porque cierras los ojos a todo lo que está mal en él.
Ah, te cuestionas a ti misma, tu valía y tus emociones cuando deberías cuestionarte por qué no vuelve a casa de una reunión de trabajo antes de las 3 de la mañana. “No debería haber dicho eso porque le he molestado” y “podría haber hecho lo que me pidió, soy culpable” te desvirtúa por completo como persona y se apoya en el descrédito de tus emociones.
3. Te menosprecias a ti mismo
Dios, ¿alguna vez te has sorprendido pensando algo parecido a “si yo fuera más guapa, él no miraría a otras chicas cuando salimos en una cita” o “hay algo malo en mí y por eso siente la necesidad de fantasmearme de vez en cuando”?
¿Qué te hace pensar que no eres lo bastante buena para alguien o que eres la culpable de todo lo malo que ocurre? Quizá te hayan criticado constantemente mientras crecías o quizá hayas salido con hombres que se graduaron en la universidad del gaslighting, el breadcrumbing y el ghosting.
Sea cual sea el caso, tienes que entender que al menospreciarte estás creando un mecanismo de supervivencia perjudicial. Y lo más probable es que no tengas motivos para creer que eres peor que tu pareja o que mereces de alguna manera que te traten mal.
4. Crees cuando otras personas dicen que eres demasiado sensible
Esta es la cuestión, las personas que se hacen luz de gas tienden a creer a cada idiota perjudicial y bueno para nada que les hace sentir que están imaginando cosas e inventando cosas. Y no sólo eso, sino que tienden a pasarse horas y horas cuestionando todo lo que han dicho o hecho de antemano.
No seas una de esas personas. Créeme, no eres sensible cuando sales furiosa de la habitación porque tu novio te dice que ya no quiere que salgas con tus amigos. Y, no eres sensible cuando provocas una escena porque él pasó la noche en el apartamento de otra chica.
5. No te crees ni a ti misma (ni a tus ojos)
Te pasas la mayor parte del tiempo dudando de ti misma y preguntándote si te has dejado engañar por esa corazonada que no parece desaparecer. No confías en ti misma para tomar las decisiones correctas, lo que significa que recurres a tu novio, a tus amigos o a la gente que te rodea para que te guíen en el camino. No confías en ti misma, pero ¿confías en ellos?
En el fondo, sabes lo que te conviene y sabes cuándo tienes que apartarte de una situación que no responde a tus necesidades. Pero te da miedo confiar en ti mismo porque te han condicionado a pensar que siempre te equivocas.
¿Cuántas veces has oído algo parecido a “eso no es lo que ha pasado, te lo estás inventando” o “eso no es lo que has oído, probablemente no estabas prestando atención”? ¿Cuántas veces te has echado atrás durante una discusión porque te han hecho creer que no sabes de lo que hablas?
El gaslighting puede amargarte la vida: reconoce que tienes un problema, afronta tu trauma, sigue tu instinto y trabaja en ti mismo.