Nunca he sido una chica vengativa. Incluso cuando alguien me hacía daño, yo siempre trataba de ponerles excusas. Trataría de justificarlos ante mis propios ojos e intentaría perdonarlos lo mejor que pudiera.
Cuando lo pienso ahora, no me hacía perfecta. No sé si lo estaba haciendo por ellos o porque era más fácil para mí de esa manera. El perdón siempre se sintió liberador y siempre me ayudó a seguir adelante. Pensé que no había nada que no pudiera perdonar después de un tiempo.
Hasta que llegaste tú.
Has cambiado mucho de mí. Impactó mi visión del mundo, mi opinión sobre los hombres y sobre la gente en general. Has distorsionado mi propia imagen y has arruinado mi fe en el amor y en la humanidad. Pero eso es algo con lo que he aprendido a vivir. Después de mucho trabajo, he aceptado a esta persona en la que me has convertido.
He aceptado el nuevo yo. Pero lo que no puedo aceptar es que hayas destruido mi capacidad de perdonar. Porque lo que me hiciste es imperdonable. A veces pienso que tenías la misión de destruirme desde el momento en que nos conocimos.
Nunca sabré qué te hizo causarme tanto dolor, pero eso ya no es importante. El hecho es que me has hecho daño hasta los huesos. Me has herido y asustado de por vida. Y no lo hiciste justo cuando me dejaste.
Toda nuestra relación fue un infierno para mí. Por supuesto, también hubo momentos felices. Y me aferraba a esos momentos felices. Ellos fueron los que me hicieron estar a tu lado durante años. Pero todas las cosas malas que me hiciste anularon todo lo bueno que me hiciste. Ahora, sólo recuerdo las cosas horribles.
Sólo recuerdo el dolor, la humillación, las lágrimas. Me recuerdo a mí mismo pensando que me estaba volviendo loco. Recuerdo la forma en que me manipulaste. Recuerdo tus celos y tu comportamiento posesivo. Recuerdo que me controlabas. Recuerdo que pediste todo y no diste nada a cambio.
Recuerdo todas las noches sin dormir que pasé rezando para que cambiaras. Recuerdo todo el abuso emocional por el que me estabas haciendo pasar y todas las mañanas deseaba no haberme despertado. Recuerdo cómo me sentía impotente y sin esperanza. Recuerdo que no vi una salida de ti.
Y sobre todo, recuerdo que fuiste tú quien se alejó después de todo lo que me hiciste.
Recuerdo cómo quería que volvieras, aunque sabía que me destruirías completamente si lo hacías. Recuerdo cómo me sentía usada e indeseada, cómo estaba agotada y agotada por todo el dolor que me has causado.
Cómo sentía que nunca sería lo suficientemente bueno para cualquier hombre porque obviamente no era lo suficientemente bueno para ti, a quien había dado todo lo que tenía. Recuerdo lo roto que estaba y cómo pensaba que ya no tenía razón para vivir. Recuerdo la desesperación que veía en mis ojos cada vez que me miraba al espejo.
Aunque ahora estoy mucho mejor, me has dejado un sello en la mente y en el alma.
Y por eso no quiero que vivas tu vida como si nada hubiera pasado, como si no me hubieras hecho daño. Es por eso que no quiero que seas libre de culpa y que nunca seas pacífico. Y es por eso que no puedes tener mi perdón.
Lo siento, pero no puedo ser el hombre más grande y desearte lo mejor. No quiero que vivas feliz para siempre. En vez de eso, quiero que seas consumido por la culpa mientras yo esté consumido por este dolor y desesperación. Quiero que pases por todo lo que me hiciste pasar y quiero que sientas todo lo que yo sentí por ti.
Incluso cuando seas feliz, espero que exista una voz en tu cabeza que te recuerde todo lo que me hiciste. Incluso cuando te olvidas de mí, deseo que te despiertes en medio de la noche consumida por la culpa, sin saber siquiera por qué te sientes así.
Incluso si alguna vez cambias, quiero que siempre tengas en mente que existe una mujer cuya vida destruiste y quiero que nunca estés en paz contigo misma por eso.
Llámame una persona mala o vengativa, pero espero que te persiga mientras respires porque eso es lo menos que te mereces.