Una cosa es cierta: las relaciones no son un paseo por el parque. Requieren mucho tiempo invertido, esfuerzo, dedicación, comunicación sana, comprensión, empatía, perdón y voluntad para trabajar en la superación personal.
La gente a menudo se equivoca y cree que el amor es todo lo que necesita para que su relación tenga éxito. Pero eso, en realidad, está muy lejos de la verdad.
El amor es necesario, seguro, pero para una relación sana, no es suficiente. Puedes querer mucho a alguien y, aun así, llorar hasta quedarte dormido cada noche por las cosas que hizo.
O alguien puede afirmar que te ama inmensamente pero seguir haciendo cosas que te hacen daño.
El amor es un concepto tan complejo, pero a la vez tan sencillo. Es el sentimiento de estar contento con tu vida y con tu pareja, de no sentir que te estás perdiendo nada.
Para entender y encontrar el amor verdadero, hice una lista de cosas que nunca haría por una relación, porque en el fondo sé que el amor verdadero nunca me exigiría estas cosas.
Te sugiero encarecidamente que eches un vistazo y adquieras estas reglas para ti.
1. Perder el sentido de mí misma
Lo primero que me prometí a mí misma que no volvería a hacer por ninguna relación, por muy encaprichada que esté de mi pareja, es perder el sentido de mí misma.
Digo otra vez porque, probablemente como cualquier jovencita del mundo, hubo una época en la que perdí por completo mi individualidad en aras de gustarle a un hombre.
Sus intereses se convirtieron en los míos, sus aficiones en las mías, y así sucesivamente.
Así que, tras varios intentos fallidos de escuchar la música que en realidad no me gusta, ver las películas que en realidad no me gustan y, en general, ser la persona que no soy, finalmente me di cuenta de que no merece la pena.
No hay amor por el que merezca la pena perderse. Es un precio terrible a pagar por algo que cuesta mucho menos. Porque el amor verdadero y una relación fuerte con tu pareja nunca te exigirán eso.
El amor real y genuino te elevará y valorará tus características individuales, no te obligará a perderlas. Así que, en el momento en que sientas que ya no te reconoces – ese es el momento en que debes hacer las maletas y marcharte.
2. Detener mis sueños por mi pareja
De forma similar al ejemplo anterior, yo nunca pospondría mis sueños y metas por una relación. De nuevo, por mucho que quiera a mi pareja, mis sueños son lo que me hace ser yo.
Si detienes tus sueños sólo porque quieres mucho a tu pareja, te arriesgas a lamentarte y arrepentirte en el futuro, lo que puede convertirte en una persona muy triste o muy amargada.
Y, de nuevo, eso no es amor. Si tu pareja te obliga a dejar de perseguir tus sueños y a elegir entre tu carrera y él, ponte siempre tú primero. Tu pareja debería ser tu animadora más ruidosa, no tu chantajista.
3. Descuidar las amistades
Tuve la suerte de no hacer nunca esto a mis propios amigos, pero siempre odié cuando algunas de mis ex-amigas hacían esto.
Encontraban a un chico del que estaban locamente enamoradas, empezaban a pasar cada segundo del día con él y se olvidaban por completo de nuestro grupo de amigas.
Y cuando rompían (porque inevitablemente tenía que ocurrir), esas chicas volvían torpemente a nosotras o se veían obligadas a buscar otras amigas porque los lazos estaban demasiado rotos para que volviéramos a salir juntas.
Así que juré que nunca dejaría de lado a mis amigas. Claro que tampoco descuidaría a mi pareja y, en algunos casos, él tendría que ser mi prioridad, pero mis amigos son mi sistema de apoyo y nunca me arriesgaría a perderlos. Y tú tampoco deberías.
4. Aceptar algo que en realidad no quiero o no me gusta
Establecer tus límites y aprender a decir “¡No!” es de suma importancia. ¿Por qué? Porque esos límites son aquello con lo que te sientes cómodo, y si dejas que alguien los traspase a la fuerza, puedes arriesgarte a salir gravemente herido.
Si no te sientes cómoda con algo que pide tu pareja, nunca debes aceptarlo sólo para que no se irrite, se enfade o se ponga triste. “Oh, le quiero, debería hacer esto que no me gusta. Eso es amor, ¿verdad?” ¡Incorrecto! Eso está muy lejos del amor.
No tienes que demostrar que amas a alguien haciendo algo que no quieres. Por desgracia, tuve que aprender esto por las malas, y precisamente por eso me empeñé en no volver a repetirlo.
5. Mentir sobre mi pareja a mis amigos y familiares
Nuestros amigos y familiares más cercanos suelen ser nuestro sistema humano de comprobación de la realidad.
Cuando estamos enamorados, tendemos a ver el mundo a través de unas gafas de color de rosa y a idealizar a nuestra pareja. Pero nuestros amigos y familiares ven la situación tal y como es.
Así que, en el momento en que notes que quieres ocultar algo sobre tu pareja a alguien cercano a ti, por pequeño o insignificante que sea, deberías darte inmediatamente una gran bofetada de vuelta a la cordura como recordatorio de que ése no es el camino.
Mentir sobre tu relación con la intención de que parezca mejor de lo que es, es la primera señal de que algo no va bien.
Se supone que tu pareja está a tu lado a largo plazo. ¿Vas a mentir sobre él el resto de tu vida? Esperemos que no.
6. Llorar continuamente por mi pareja
La gente a menudo percibe las lágrimas como una sustancia fluida milagrosa que es señal de fuerza, crecimiento, dedicación y amor. Y aunque esto puede ser cierto en algunos casos, a menudo es algo totalmente distinto.
Esto es lo que quiero decir. Me considero muy emocional. Puedo llegar a llorar sólo de pensar en lo agradecida que estoy por tener a mi adorable pareja.
Sin embargo, hay una gran diferencia entre llorar porque estás agradecido por tener a alguien y llorar porque las acciones de alguien han herido tus sentimientos (otra vez).
Así que llorar por mi pareja es algo que dije que nunca haría. Si lloro continuamente por mi pareja mientras mantengo una relación con él, esto sólo conducirá a un matrimonio triste y a una relación tóxica en la que crecerán nuestros hijos.
Llorar por alguien no es (ni será nunca) una señal de que debes estar con esa persona. De hecho, es una señal de que debes dejarlo.