Cuando le conocí, podía jurar que era el hombre más perfecto en el que había posado mis ojos. Nuestras miradas se cruzaron un poco más aquella noche de septiembre y supe que quería saberlo todo de él.
Sentí que me hipnotizaba y cuando se acercó para presentarse, casi me traicionan las rodillas.
Era tan guapo y su sonrisa era de otro mundo. Juro que olvidé mi nombre, pero me aseguré de recordar el suyo. Estaba decidida a pasar el resto de mi vida con él desde el primer momento en que lo vi.
Suena bastante tonto cuando lo pienso ahora. Era joven e ingenua, así que no vi las banderas rojas en miniatura que le rodeaban. A mis ojos, era el chico perfecto para mí, un sueño hecho realidad.
A decir verdad, él se presentaba de esa manera. Me colmó de amor y afecto desde el primer día, y me sentí realmente querida, quizá por primera vez en mi vida.
Pero, poco podía imaginar que mi relación con él se convertiría en mi peor pesadilla.
Con el tiempo, todas esas banderas rojas se fueron haciendo más evidentes, pero yo seguía sin poder quitarme las gafas de color de rosa.
No estoy segura de haberlo conseguido del todo ni siquiera ahora, pero hago todo lo que puedo.
Me enamoré de un narcisista, pero no por elección, o al menos eso quiero pensar. Me engañó haciéndome creer que él era el elegido.
Aunque algunas de las personas más cercanas a mí vieron claramente a través de su máscara, yo no. ¿O elegí no hacerlo? No lo sé…
De lo único que estoy segura es de que sigo sintiendo algo por él. Cada vez que le veo, me tiemblan un poco las rodillas y se me revuelve el estómago.
Pero no hay nada positivo que él aporte a mi vida ahora, como tampoco lo hizo en aquellos meses previos a mi decisión final.
Sí, el veredicto final fue dejarlo. Tuve que hacerlo por mí y por mi cordura. Me estaba manipulando y yo me estaba convirtiendo poco a poco en la persona que juré que nunca sería.
Mi autoestima cayó bajo cero y lo único que quería era complacerle.
Todavía le quiero, de eso no hay duda, pero me quiero más a mí misma. Estos dos meses que hemos estado separados han sido una verdadera tortura.
Todos esos flashbacks, pesadillas e infinidad de lágrimas cayendo por mi cara… No es nada fácil.
Lo admito, hubo momentos en los que quise hacerme daño, pero me di cuenta de que él no merecía la pena. Ya me hizo sufrir bastante, así que ¿por qué iba a hacerle lo mismo a mi ya torturado yo?
Tener amigos a mi lado me ayudó a darme cuenta de que necesitaba ayuda profesional, así que la pedí.
Siempre pensé que podía arreglármelas sola y me daba vergüenza acudir a alguien. Mi estado empeoró con el tiempo, e incluso llegué a padecer TEPT. Fue entonces cuando me di cuenta de que con esto no se juega.
Nunca pensé que se pudiera seguir queriendo a tu maltratador aunque te hiciera cosas malas y te hiciera pasar un infierno.
Estaba claramente borracha de amor por él en aquel entonces, ¿así que esto fue una resaca? ¿Será por eso que aún siento sus huellas en mi piel, su aliento en mi cuello?
Oh Dios, disfrutaba tanto de sus besos y su abrazo era mi lugar seguro. Bueno, hasta que dejó de serlo. Todo lo que trajo a mi vida, al final, fue un montón de dolor que no pedí.
Estoy segura de que tú tampoco lo pediste…
Todas esas imágenes que parpadean antes de que te duermas, ¿son sólo buenos recuerdos? Si me preguntas a mí, llegué a un punto en el que esas bellas escenas son sustituidas por las peores cosas que he vivido. ¿Quizás sea una especie de desintoxicación? No lo sé…
Lo que sí sé es que sigo luchando por superar mi relación con un narcisista. Me subió a una montaña rusa de emociones el primer día que lo conocí, y no puedo bajarme.
Hay momentos en los que siento que el vehículo frena, pero tengo demasiado miedo para dar el salto.
Si lo hago, eso significaría acabar en lo desconocido, y tendría que encontrarme a mí misma de nuevo. Me acostumbré a esta etiqueta de “todavía enamorada de un narcisista“, y parece que no puedo deshacerme de ella.
Sinceramente, no estoy segura de querer hacerlo.
Cortar los lazos por completo significaría que por fin puedo continuar con mi vida y cumplir todos los sueños que están esperando a que me recupere.
Liberarme de mi trauma también significaría exponerme a otro…
Todavía no estoy preparada para ser vulnerable con otra persona, aunque a veces pienso que no puede ser peor que esto, por lo que estoy pasando ahora mismo.
Pero, hay esperanza para los dos. La gente dice que el tiempo cura todas las heridas, y yo elijo confiar en eso. Con el tiempo, nos liberaremos de la carga que nos agobia.
Estoy seguro de que viviremos la vida a la que estamos destinados, pero tenemos que ser pacientes.
Nada viene de la noche a la mañana, y seguramente no podemos curarnos en un latido. Así que, aguantad. El momento de nuestras vidas aún está por llegar.