Querido “Amor”,
Hoy, con total sinceridad, te escribo para expresarte lo que viví mientras creía que estábamos juntos. Ahora comprendo que realmente nunca lo estuvimos. Es importante que entiendas el impacto de tus acciones, para evitar que otra mujer sufra lo que yo sufrí.
Siempre imaginé envejecer a tu lado, creyéndote el hombre ideal. Eras mi oxígeno, mi color en días grises. Pero fui ciega a la realidad de que no compartías mis sentimientos.
Para ti, estar conmigo era conveniente, un alivio para tus tensiones. Nunca fui más que una compañía temporal, una presencia hasta que llegara “la indicada”. Yo vivía en una ilusión de compromiso y apoyo mutuo, pero la verdad es que nunca estuviste realmente presente para mí.
Soñaba con ser amada profundamente por ti, ser tu todo. Pero cada noche, mientras yo lloraba, tú dormías tranquilo, ajeno a mi dolor. Luché diariamente por tu amor, pero una noche, al verme al espejo, no reconocí a la mujer en que me había convertido. Esa noche decidí que merecía más.
Ahora, tras años sin ti, te agradezco. Gracias por enseñarme a ser fuerte, a levantarme tras cada caída. Gracias por no amarme, porque eso abrió la puerta a que otro me hiciera feliz. Gracias por dejarme ir; ese día renací. Gracias por hacerme la persona que soy hoy.
Sin ti, nunca habría llegado hasta aquí.
Sin amor,
La mujer que nunca fue tuya