He tardado en empezar a escribir esto, pero ha llegado el momento de contarte todo lo que he estado guardando en mi interior durante mucho tiempo.
Teníamos todo lo que soñábamos. Nos conocimos en el instituto y, como en las películas, fuimos el primer amor del otro.
Contigo aprendí lo que significa ser el todo de alguien y cómo quiero que me traten el resto de mi vida. Al menos eso creía.
Me enseñaste a ver la luz en cada día que se presenta, aunque fuera llueva. Nunca tuve que preocuparme por nada, porque sabía que ibas a estar ahí para cogerme de la mano y ayudarme a resolver todos y cada uno de los problemas que se me presentaran.
Cualquier cosa que soñara, tú intentabas hacerla realidad. Quería ver la aurora boreal, nos compraste los billetes a Islandia y pasamos allí nuestro aniversario, por si no lo recuerdas.
Deseaba visitar Disneylandia, ya que nunca tuve la oportunidad de pequeña, así que me llevaste allí en nuestro primer San Valentín.
O quizá recuerdes que no paraba de hablar de un cachorro y decidiste que ya era hora de que dejara de soñar con él y tuviera uno de verdad.
Por cierto, Albóndiga sigue aquí. Un poco confusa porque ya no estás, pero se acostumbrará. Seguro que sí.
A veces, cuando me sentía sola, ponía nuestra canción favorita y bailaba por toda la casa como una niña pequeña. Me pregunto si alguna vez hiciste lo mismo o si soy la única que siente el corazón roto.
Hace poco encontré nuestra lista de cosas que hacer antes de morir. Seguía allí donde la dejamos hace 6 años.
Dios, estuvimos juntos tanto tiempo. Quién me iba a decir que hablaría de nosotros en pasado… Pero así es la vida.
Nunca tachamos nada de esa lista, así que decidí hacerlo por nosotros. Y resulta que lo hemos hecho todo excepto dos cosas. Casarnos y formar una familia. Pero probablemente haríamos eso si no hubieras decidido que debías irte con ella.
Verás, incluso te echaba de menos mientras pensaba en nuestros recuerdos. Te eché de menos cuando vi nuestro programa favorito. Y te eché de menos mientras empaquetaba tus cosas.
Si alguien me dijera que un día tendré que vivir sin ti porque te fuiste, le diría que está loco. Que no hay nadie en este mundo que pueda arruinar lo que teníamos. Y que eres mi alma gemela.
Pero, resulta que yo era la loca.
Yo era la loca por creer todo eso. Fui la loca porque dejé que rompieras mi corazón en millones de pedazos. Y soy una tonta por pensar en ti durante tanto tiempo.
Pero, ¿quieres saber qué? He terminado. He terminado de pensar en cosas que podríamos haber tenido.
A partir de ahora, me centraré en quién eres realmente. Y ese es un hombre que no supo conservar a su verdadero amor.
Un hombre que decidió tirarlo todo por la borda por un poco de diversión. Solía enfadarme contigo por elegirla, pero ahora me doy cuenta de que en realidad me estabas haciendo un favor.
Me ayudaste a deshacerme de alguien que obviamente nunca me hizo su primera elección. Me ayudaste a darme cuenta de que merezco a alguien que esté ahí para mí, pase lo que pase.
Pasé meses sintiéndome tan inútil. Por tu culpa, perdí mi sentido del valor y pensé que no había ninguna posibilidad de encontrar a alguien que me quisiera como tú.
Pero, si todo lo que decías era cierto, yo nunca sería tu segunda opción.
¿Cómo una chica que conociste hace un mes vale la pena para perder algo que has estado construyendo durante 5 años y medio?
Quise encontrar la respuesta a eso durante mucho tiempo. No me dejaba dormir mientras lloraba como un bebé. Llorando por un hombre con el que pensé que me casaría algún día.
Solía avergonzarme por eso. Y pensaba que nunca le contaría ninguna de estas cosas porque podría sentir que había ganado.
Ahora me doy cuenta de que no hay nada de lo que deba avergonzarme. Eres un hombre egoísta y sin corazón, y deberías ser tú el que se sintiera horrible, no yo.
Y no, tú no has ganado. Yo soy el verdadero ganador en esta situación.
Yo soy la que tiene la oportunidad de encontrar a un hombre que me quiera y me trate como si fuera la única chica del mundo. Como si fuera todo lo que siempre quiso, y yo haré lo mismo por él.
Cuando lo encuentre, sabré que él es mi verdadera alma gemela y que todos estos años contigo fueron sólo una dura lección que necesitaba aprender.
Todo lo que acabas de leer está en el pasado ahora. Ya no te extraño, y en realidad, cuando pienso en ti, sólo siento vacío. Como si fueras alguien que conocí.
Y siempre creeré que hubo años en los que me quisiste de verdad. No porque me importes ahora, sino porque me importa mi yo joven.
Pronto te darás cuenta de que todo lo que has hecho ha sido un error. Puede que incluso intentes acercarte a mí, pero no estaré ahí para ti. Tuviste una oportunidad y la desperdiciaste.
Ahora, vive tu vida con ella, hasta que te des cuenta de que no se puede comparar conmigo.
Y cuando por fin llegue ese momento, vuelve a abrir esta carta y lee la última frase una y otra vez.
Para mí, ya has muerto y no creo en fantasmas.