La pierdes cuando le haces sentir como una mera opción, mientras ella siempre te consideró una prioridad.
La pierdes cuando la mantienes a distancia, mientras ella te ha elegido.
La pierdes un poco más cada vez que la confundes y pones límites demasiado borrosos para ser vistos.
Porque todo lo que ha sentido ha sido en blanco y negro.
La pierdes cada vez que le mientes.
La pierdes cuando no te comprometes, mientras lo que ella ha hecho es apostar por ti.
La pierdes cada vez que la dejas y que se siente un poco vacía.
La pierdes cada vez que la usas. Física o emocionalmente.
La pierdes cuando te alejas y actúas como si no hubiera pasado nada al volver.
La pierdes cuando le dices que se vaya y luego te enfadas por que se haya ido.
La pierdes cuando juegas. Como cuando ignoras su mensaje de texto para luego inundar su muro de noticias.
La pierdes cuando la dejas entrar sólo para alejarla.
La pierdes cuando le dices que te gusta, pero no lo suficiente como para hacer algo al respecto.
La pierdes cada vez que lucha por ti pero lucha sola.
La pierdes cuando le dices que la amas, pero todo lo que dices está en contradicción con tu forma de actuar.
La pierdes cuando no contestas y que se queda mirando el teléfono .
La pierdes cuando le das a otra persona la oportunidad de tratarla mejor que tú.
La pierdes cuando por fin ha tenido suficiente y se marcha, aunque le duela.
La pierdes cuando mira hacia atrás y no te ve venir tras ella.
La pierdes cuando susurra adiós mientras lo único que quiere es una razón para quedarse.
La pierdes porque no mereces a alguien como ella.
E irónicamente, solo cuando la hayas perdido te darás cuenta de lo que tenías.
Pero para entonces ya será demasiado tarde.