Nuestros corazones lo mantuvieron simple.
Me enamoré de la forma en que tú te duermes: lentamente, y luego de golpe. Realmente no sé cuándo sucedió exactamente, pero en algún lugar entre nuestro intenso contacto visual y el enjugarse las lágrimas mientras caían las paredes que pasé años haciendo, me estrellé contra ti completamente y nunca miré hacia atrás.
Mi corazón estaba desprotegido, y te di todo de mí. No sólo pasamos el rato. Jugamos. Nuestras almas estaban vivas – éramos como dos niños pequeños que volvían a ver el mundo por primera vez – estar contigo multiplicó todo lo bueno de la vida y me cambió para siempre.
Pero nuestras mentes eran otra historia.
Éramos gente complicada, tú y yo. No éramos simples. Nuestras mentes eran analíticas e imaginativas y pensábamos en todo. Mucho. Terminamos haciendo cada situación de nuestra vida 100 veces más difícil de lo que tenía que ser.
Discutimos mucho. Luché contigo en momentos inoportunos, pero mi ira fue alimentada por mi pasión y emociones por ti. Me importaba. Yo te amaba. Los amaba a todos ustedes. Me encantó que yo fuera la única a la que mostrabas ciertas partes de ti misma también, me las diste a todas.
Me enjugué las lágrimas mientras hablabas de tu familia, no hay nada en este mundo que me haya gustado más que tomarte de la mano y susurrarte palabras de consuelo en el oído porque sabía que no estabas quebrado, sólo estabas encorvado. Y me encantaron todos tus bordes, toda tu rudeza. Tus imperfecciones eran perfectas para mí.
Te desafié porque te amaba.
Me enfrenté mucho a ti. No soy el tipo de chica que asiente con la cabeza y se ríe y siempre está cómoda, no era fácil – como en “no me dejé llevar”? Pero eso es porque deseaba más de ti – tenía opiniones y grandes sueños para el futuro, quería lo mejor para ti. Nunca soporté no recibir todo lo que merecía.
Nunca dejé que te salieras con la tuya perdiendo tus talentos o esforzándote en nuestra relación porque sabía lo que teníamos. Y nunca te dejaron sin inspiración o insatisfecho.
Me rompiste el corazón.
No mucho tiempo en nuestra magia, las cosas empezaron a cambiar. Los fuegos artificiales se quemaron, dejándonos quemados y confundidos. Lo deseábamos tanto que pensamos que había una solución lógica para resolver nuestras diferencias. Pero no lo había.
La verdad es que no estabas preparado. Tu pasado, tus demonios, cualquiera que fuera la razón, empezaste a alejarme. Me amaste de una manera que nunca he sido amado, pero aún no estabas listo. Y eso fue lo más difícil de aceptar.
Sabía que tenía que dejarlo ir. Porque nunca tienes que convencer o inspirar a alguien para que haga el trabajo y esté listo.
Hay muchas cosas por las que nunca te he dado las gracias.
Pensé que no podía vivir sin ti, pero mi corazón finalmente está empezando a latir de nuevo. Me rompiste el corazón y la nueva luz entró, me hiciste tan desesperado y fuera de control que tuve que transformar mi vida, y lo hice.
Pensé que envejecería contigo, pero a veces la vida tiene otros planes. Eso no significa que haya dejado de amarte. Cuando alguien toque tu corazón, estará ahí infinitamente.
Tenía tanta rabia y dolor que me estaba royendo, destruyéndome lentamente. Pero entonces me di cuenta de que nuestro amor no era del tipo que resulta en la fusión de dos vidas en una, sino que era el tipo de amor que me dio una nueva vida, que me enseñó mucho más de lo que podría hacerlo un feliz para siempre. Y no me arrepiento ni un segundo.