Hábleme del periodo de su vida que más le ha marcado y le ha ayudado a convertirse en la persona que es hoy. Creo que la mayoría diremos “la infancia”, y yo diría lo mismo.
Antiguamente, los científicos creían que nuestra personalidad se completaba y se fijaba en cuanto entrábamos en la tercera década. Hoy en día, no es así.
La mayoría de los expertos en comportamiento coinciden en que nuestra personalidad es fluida. ¿Qué significa esto? A lo largo de nuestra vida, cambiamos, algunos mucho, otros no tanto. Pero la cuestión es que nunca eres el mismo. Te conviertes en una persona diferente con el paso de los días. ¿No es fascinante?
Son buenas noticias para las personas que creen firmemente que no pueden cambiar. Especialmente para quienes sufrieron mucho durante su infancia. Sí, ese trauma te marcó de por vida, pero puedes salir adelante a partir de esas cicatrices.
Si tus padres descuidaron tus emociones durante tu infancia, probablemente ahora estés luchando. ¿Sientes que estás solo en este mundo y que nadie te entiende? ¿Alguna vez has sentido que merecías unos padres diferentes y luego te has culpabilizado por ello?
Tenías todo lo que podías pedir, pero te faltaba algo. ¿Tal vez emociones? Estas son algunas señales importantes de que fuiste criado por padres sin inteligencia emocional.
1. No sabes identificar tus emociones
No sólo te cuesta expresar tus emociones, sino que ni siquiera sabes identificarlas. No eres consciente de ti mismo, ni estás en sintonía con tus sentimientos. No estás seguro de si todo lo que escondes en tu interior es real o importante.
También es muy posible que nunca te hayas sentido seguro y protegido. Cada vez que necesitabas ayuda para estudiar, ninguno de tus padres (o hermanos) estaba presente, o simplemente te rechazaban diciendo que eso deberías saberlo por ti mismo.
No eres capaz de diferenciar el estrés de la ansiedad y la excitación y seguramente no sabes distinguir entre tener un flechazo o amar a alguien. Por desgracia, esto repercutirá en tus relaciones sentimentales.
2. Te falta empatía
Como nunca te enseñaron la importancia de tus emociones, no eres consciente de cómo afectan a los demás. Criticas sin pensar, lo que suele provocar que los demás se sientan heridos y empiecen a distanciarse de ti.
Uno de los principales indicadores de que careces de empatía es que las emociones de los demás te sorprenden. Concluyes rápidamente que son hipersensibles y les culpas por sentirse así. En otras palabras, no eres capaz de manejar situaciones emocionales y también careces de simpatía.
3. No tienes conexiones significativas con otras personas
Todas tus relaciones con los demás son superficiales. Sólo tienes un par de amigos íntimos y nada más. En realidad esta es tu elección ya que eres consciente de que tienes que invertir en todas esas relaciones y es demasiado.
No tienes tiempo para sus dramas y sueles culpar a los demás de tus errores. Compartir cómo te sientes ante una determinada situación u ofrecer apoyo emocional a alguien parece una tarea imposible de cumplir. Además, prefieres hablar de ti mismo y de tus logros que escuchar a otra persona contar la historia de su vida.
Esto se debe a que nadie prestaba atención a tus necesidades cuando eras niño. No tenías a nadie a tu lado que te ayudara en los momentos difíciles de tu vida. Lo único que podías hacer era apoyarte en ti mismo.
4. Tienes problemas para manejar situaciones estresantes
Esta es una obviedad: tienes problemas para manejar situaciones estresantes y emocionalmente exigentes, así como conflictos. La flexibilidad es un término desconocido para ti y el más mínimo cambio en tu agenda puede sacarte de tus casillas.
En esos momentos parece que no hay salida y empiezas a entrar en pánico. Nunca te habías enfrentado a situaciones difíciles y ahora no sabes cómo reaccionar. Una de las cosas más comunes que harán en estas situaciones las personas criadas por padres sin inteligencia emocional es simplemente alejarse.
5. No te permites ser vulnerable
Es imposible que algo o alguien pueda hacerte daño. Ser vulnerable para ti es algo abstracto y no entiendes cómo la gente puede derrumbarse delante de alguien. Nunca hablas de las cosas que te entristecen, ni mencionas tus heridas.
Pero la vulnerabilidad también significa compartir las cosas buenas y mostrar tu verdadero yo a otras personas. Simplemente no puedes hacer eso. Ser selectivo sobre lo que descubrirás de ti mismo no cuenta, lo siento. Hay alguien en tu vida que te acepte por completo, con defectos y todo?
6. Tienes problemas para controlar la ira
Si has sido criado por padres sin inteligencia emocional, gritar, insultar o dar portazos no te resulta extraño. No puedes aceptar ni la más genuina retroalimentación y fácilmente estallarás contra esa persona, o te quedarás completamente callado. En tu caso no hay término medio.
Culparás a los demás y querrás controlar las cosas sin intentar llegar a un acuerdo. Los demás no se sienten cómodos en tu compañía, porque nunca saben cuándo algo de lo que digan puede desencadenar tu ira.
7. Nunca pides ayuda ni puedes aceptar la ayuda de los demás
Puedes hacerlo todo tú solo. Tus padres te enseñaron a confiar sólo en ti mismo y eso es lo que sabes hacer. Contar con la ayuda de otras personas, incluso en tareas sencillas, nunca te trajo nada bueno, así que simplemente renunciaste a ello.
Cuando más necesitabas a tu familia, emocionalmente, no estaban presentes. Nunca recibiste apoyo emocional de ellos, así que, como adulto, eliges no confiar en la gente. Si alguien te pide ayuda con respecto a alguna tarea difícil, ese no vas a ser tú. Prefieres luchar por tu cuenta.
Ser criado por padres sin inteligencia emocional puede no ser considerado abuso para algunas personas. Eso se debe a que dieron lo mejor de sí para proporcionarte todo lo materialista que necesitabas a lo largo de la vida.
Tal vez esto parecía suficiente, pero también te llevó a un punto en la vida en el que no puedes conectar con los demás ni mantener relaciones sanas, románticas o no. Pero no te preocupes. Siempre puedes trabajar en ti mismo y mejorar tu inteligencia emocional.