Al haber sido herida tantas veces en el pasado, se podría pensar que he aprendido la lección.
En mi defensa, salir con personas tóxicas no es algo que decidí hacer casualmente un día porque estaba aburrida de mi vida perfectamente tranquila.
Me hicieron creer que el tipo de amor irracional que te hace romper platos de porcelana en la pared en un ataque de lágrimas era de alguna manera entrañable y romántico. Perdona, ¿qué?
El dolor y la duda que me consumían cada vez que entraba en otra relación con otro imbécil manipulador y zalamero me rompían casi irremediablemente.
Me llevó años y años recoger los pedazos y seguir adelante. Años para empezar a disfrutar de mi vida sin sentir que estaba haciendo algo malo y egoísta.
Para empezar a vivir por esas pequeñas cosas que devolvían la felicidad a mi vida. Y lo más importante, empezar a quererme a mí misma más que a nadie.
Pero, eso no significa que nunca me enfrente a momentos en los que lucho con sentimientos de ansiedad, vergüenza y tristeza.
Hay noches en las que, después de una o dos copas, me encuentro escribiendo sus nombres en la barra de búsqueda, preguntándome qué habrán hecho y esperando que no les haya ido mejor sin mí a su lado.
Esperando no ser la única que se quedó cínica y temerosa del amor. Esperando no ser la única que se quedó con un montón de cicatrices que me recuerdan los peores sentimientos que he experimentado en mi vida.
Pero, entonces me recuerdo la fuerza que reuní cuando llegué a aceptar que las cosas que soporté eran simplemente una herramienta para mi propio crecimiento.
Estoy aquí para decirte que no tienes que pasar por la misma agonía que yo. Estas son algunas cosas que aprendí al salir con personas tóxicas.
1. Las banderas rojas no siempre son rojas
¿Qué quiero decir con esto? Cuando observas a otras parejas que parecen tener problemas en su relación, muy a menudo te sorprendes a ti mismo pensando “yo nunca dejaría pasar eso” o “me daría cuenta de su comportamiento manipulador a una milla de distancia”.
La triste realidad es que probablemente no te darías cuenta. Las banderas rojas no siempre son rojas. Las personas tóxicas no siempre son tóxicas. O al menos eso es lo que quieren que creas.
Verás, salir con alguien que es tóxico no significa que estés saliendo con alguien que te hace infeliz todo el tiempo. Que te manipula todo el tiempo. Que te hace sentir mal contigo mismo todo el tiempo.
Eso haría que dejarlos fuera mucho más fácil, pero créeme, son más inteligentes que eso. Aprenden a ocultar sus defectos, a enmascarar sus intenciones y a manipularte para que pienses que eres tú quien está siendo paranoico.
Entonces, ¿cómo evitar quedar atrapado en el círculo vicioso de cuestionar tu propia cordura? Confía en esa sensación visceral que tienes cuando conoces a alguien por primera vez. Date un poco de espacio y no te comprometas con una relación de inmediato. Confía en mí, ¡todos tienen sus historias!
2. Eres tu propio mejor amigo
Cuando pasas una buena parte de tu vida saliendo con personas tóxicas, aprendes a confiar un poco más en ti mismo. Aprendes a prestar atención a tu propio juicio, intuición o como quieras llamarlo.
La cuestión es que no dejas que utilice sus palabras melosas para manipularte y hacerte creer que te estás imaginando cosas. No dejes que te diga lo que tienes que sentir sobre algo. Eres perfectamente capaz de hacerlo tú misma.
Entonces, ¿ese horrible comentario que hizo en voz baja sobre la camarera en vuestra segunda cita? ¿Ese atisbo de ira irracional que notaste cuando saliste con sus amigos?
¿Esa actitud de sabelotodo y gilipollas que se le escapó en la calle? ¡No imaginaste nada de eso! Deberías haberte alejado de esa relación allí mismo.
Créeme, hay mucho más de donde vino eso. Las personas tóxicas no cambian, simplemente fingen hasta que bajan la guardia y te muestran su verdadera cara. Así que, cuando lo hagan… ¡No pierdas tu precioso tiempo con ellos y vete!
3. Ninguna relación es mejor que una dañina
No puedo decir que he estado saliendo con gente tóxica como una tonta por castigo porque me ha dado miedo estar sola, pero… tampoco puedo decir que no haya algo de verdad en eso.
La gente tiende a entrar (y permanecer) en relaciones insanas porque no se sienten cómodos estando solos. Lo que no entienden es que estar solo no equivale a estarlo. Se puede estar solo sin desear la presencia de otra persona.
Comprendo que estar solo puede ser una elección difícil para algunos, pero es una elección que, a la larga, te dará paz. Seamos sinceros, nunca podrás hacerte el mismo daño que otra persona.
Y no me vengas con esa excusa de “más vale el diablo que conoces que el diablo que no conoces”. Comparar a tu pareja con el diablo debería ser una bandera roja en sí misma. No temas a lo desconocido, especialmente cuando la alternativa no es tan buena.
Créeme, yo lo aprendí por las malas. Las relaciones se basan en el compromiso, pero en el momento en que aprendas que hay cosas en las que no debes comprometerte, serás libre.
Esto puede sonar egoísta para la gente que nunca ha tenido que lidiar con imbéciles manipuladores, pero… No lo es.
4. Lo que no quieres es más importante que lo que quieres
Esta podría ser la mayor lección que se aprende al tener un historial de salir con personas tóxicas. Descubrir lo que no quieres en alguien es mucho más importante que descubrir lo que sí quieres.
¿Quién quiere que le manipulen, que le critiquen por todo lo que hace y que le den gas hasta el punto de empezar a cuestionarse su propia cordura? ¿Quién quiere que le reduzcan a un ser humano inferior y le presionen para que suplique y ruegue por una pizca de amor?
Yo paso de eso cualquier día de la semana, gracias.
Entonces, ¿cómo evitar estas situaciones en el futuro? Asegúrate de saber lo que no quieres, y haz que tu prioridad sea establecer límites saludables tan pronto como te encuentres en una relación con alguien nuevo.
No dejes que nadie maneje los hilos de tu propia vida. Eres mucho mejor que eso. Si acabas de salir de una relación tóxica y te sientes bien, estás decidido a ser mejor… Tú eres el verdadero ganador. Confía en mí.