1.Ya no dominan tus pensamientos. ¿Recuerdas cómo era al principio? No podías experimentar nada sin que un recuerdo de ex entrara y lo secuestrara. Cualquier cosa podía desencadenarlo: caminar por un bloque antiguo, mirar una acera, escuchar una canción determinada. Podía ser algo significativo o podía ser algo tan arbitrario como un cielo nublado. Daba igual. Seguían ocupando el primer lugar en tu cerebro y no se vendían. Ahora pasan semanas enteras sin que se te pasen por la cabeza. ¡Hurra! ¡Puedes recuperar tu mente!
2. Encontrártelos en público no te hace vomitar encima. Es más bien como un pinchazo sutil, totalmente manejable. Puedes hacerlo.
3. Te acuestas con otra persona y ya no te resulta extraño ni incorrecto. No estás comparando cuerpos ni técnicas. Es sexo que se sostiene por sí mismo.
4. Empiezas a olvidar cosas de la relación, cosas que pensabas que eran importantes y que siempre tendrías en cuenta. No. El tiempo lo mata todo. Por suerte, también lo cura.
5. Ya no les odias. Si todavía odias a tu ex, eso significa que todavía te apasiona su existencia y pasión no equivale a “superarlo”. Más bien, deberías ser neutral y respetuoso con ellos. No eran malos del todo. Te dieron orgasmos y te hicieron feliz al menos durante un tiempo.
6. Ya no acechas obsesivamente su presencia en Internet y tratas de pensar en formas de encontrarte con ellos accidentalmente o a propósito. En serio, ¿no era agotador coordinar los encuentros e intentar pensar en formas de insertar a tu ex en la conversación para que tus amigos se vieran obligados a hablar de ellos? Tener el corazón roto es como esconder una adicción a las drogas. No quieres que nadie sepa lo mal que lo estás pasando, así que recurres a medidas desesperadas para conseguir tu dosis.
7. Cuando tu ex te manda un mensaje para quedar, puedes decir que no y decirlo en serio. Suena como una victoria patética, pero significa todo.
8. Mejor aún, has bloqueado su número de teléfono.
9. Ya no te aterroriza amar a alguien. Después de una ruptura, el amor se convierte en algo a lo que temer. No lo tocarías aunque tuvieras delante a alguien increíble. Ahora estás abierto. Estás abierto a la idea de amar a alguien más.
10. Te has vuelto honesto sobre lo que realmente fue la relación y lo que significó para ti. Cuando una relación termina, tiendes a idealizarla o a pensar que fue miserable. Sin embargo, no suele ser ni lo uno ni lo otro. Es algo más matizado que un simple “fue una mala relación” o “fue una buena relación”.
11. Has desarrollado una curva de aprendizaje. Evitas las cosas que te harán caer en una espiral de recuerdos. Te proteges de las cosas que podrían hacerte daño. Ya no te interesa hacerte sentir mal. Todas estas son cosas que aprendes a hacer después de haberte humillado significativamente en una ruptura.
12. Dejas de vigilar a tu ex para ver quién ha ganado la carrera de “¡Ya lo he superado! Sabes que seguirle la pista te asegurará acabar el último.
13. Cuando dices que te alegras por ellos y por su nueva relación, lo dices en serio. Casi. En un 90%.